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04.07.2022 Críticas  
Un Romeo y Julieta brutal

Como celebración de su décimo aniversario, la productora teatral La Brutal presenta una nueva y arriesgada versión del clásico Romeo y Julieta. Sobre las tablas del Teatre Poliorama de Barcelona encontramos una versión contemporánea adaptada a nuestros tiempos que podemos resumir con una palabra que lo engloba todo: BRUTAL.

Fieles a su línea de actualización de clásicos, la productora presenta su versión actualizada de una de las obras más emblemáticas de William Shakespeare bajo la dirección de David Selvas, con dramaturgia de Joan Yago (La Calòrica) y traducción de Yannick García. La pasión, la violencia, la amistad, la familia y el amor son los temas centrales de esta versión contemporánea que rehuye del amor romántico como centro de la historia para mostrarnos que la base de este clásico es la violencia intrafamiliar. El heteropatriarcado controlador de ambas familias que mantienen una lucha histórica cuyo inicio probablemente desconocen pero que llevarán al límite aunque les cueste la vida a alguno de sus miembros.

Nil Cardoner y Emma Arquillué son los encargados de interpretar a unos Romeo y Julieta muy reales, cercanos y anclados en su edad temprana en la que su amor se convierte en vida y muerte. Estos dos jóvenes pondrán patas arriba a sus familias e incluso, sus vidas en peligro, para convertir su amor en un grito desesperado por erradicar la absurdidad del odio que enfrenta a sus familias. En ellos vislumbramos unos personajes muy reales, lejos de los que la tragedia Shakespeariana nos presenta en sus originales. Aquí, Romeo y Julieta tienen claro lo que quieren, lo que les mueve, que el luchar por su amor ayudará a remover esa absurda violencia familiar que nadie reconoce saber de dónde viene y que, esperan, acercará en algún momento a ambas familias. Sus interpretaciones son tiernas a la par que valientes. El miedo en sus ojos se transforma en un valor interno mientras la obra avanza llevando su amor jovial a un nivel más comprometido.

Junto a ellos encontramos a Anna Barrachina, Andrew Tarbet, Xavier Ricart, Guillem Balart, Albert Baró, Pau Escobar y Adrian Grösser quienes completan un elenco con gran fuerza interpretativa. Los tres primeros, Barrachina, Tarbet y Ricart, nos muestran que la experiencia en escena es un grado que admirar. Ellos, quienes vertebran los papeles más adultos, nos ofrecen unas interpretaciones excelsas. Los más jóvenes, Balart, Baró y Escobar, nos presentan unos personajes con una fuerza y vitalidad inconmensurable. Estas jóvenes promesas del teatro catalán realizan una labor en escena atrevida y arriesgada para mostrar la realidad de unas familias que les han metido la violencia en la cabeza. Parece que su vida solo puede ser plena si se enfrentan a sus enemigos y, efectivamente, su búsqueda de la muerte les encontrará en algún momento. La ansiedad se masca en el ambiente cada vez que uno de ellos aparece en escena y esta se trasforma en rabia cuando ambos bandos coinciden, erizándoles la piel y tensando todos los músculos de sus cuerpos en preparación de un nuevo ataque de locura despiadada.

Destacar la dirección de David Selvas, quien ha sabido encauzar esta versión de Joan Yago por un muy buen camino para mostrarnos una visión más cruel de la historia. El trío Selvas, Yago y García ha sabido crear un producto novedoso que sorprende al público gratamente. Todos conocemos la historia de los dos amantes de Verona pero ellos han sabido darle un giro de 180 grados para que nos sorprendamos minuto a minuto con una versión de la historia que no esperamos.

Quisiera dar el crédito que se merece la eminente composición musical de Paula Jornet y Adrià Jornet. No solo hablo de las canciones completas en sí, sino también de la creación del ambiente que las músicas instrumentales ayudan a crear. Todas ellas están colocadas en el momento preciso y de una forma tan orgánica que solo notamos sus inicios si ponemos especial atención. La tensión, la alegría, la desesperación, el amor… todo está compuesto y representado de forma precisa por estas cuatro manos que ayudan a convertir la obra en un producto excepcional.

Por último, mención especial a la coreografía y el movimiento de Ana Pérez, la caracterización creada por Claudia de Anta, el diseño de vestuario de Maria Armengol, la escenografía de Alejandro Andújar, y el diseño de sonido y iluminación de Damien Bazin y Jaume Ventura, respectivamente. Todos y cada uno de ellos forman parte de un equipo técnico extraordinario que nos presenta un producto cohesionado sin fisuras.

Crítica realizada por Norman Marsà

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