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23.06.2022 Críticas  
La búsqueda de la verdad y la trampa de lo verosímil

Ernesto Caballero versiona y dirige Esta noche se improvisa la comedia, de Luigi Pirandello hasta el 17 de julio en la sala principal del Teatro Español de Madrid. En una misma pieza conviven una comedia, un drama y un juego de ambigüedades que plantea una reflexión sobre el lenguaje escénico y la búsqueda de la verdad.

Un vanguardista director teatral, el Dr. Hinkfuss (magníficamente interpretado por Joaquín Notario), se propone anular la dicotomía entre ficción y realidad durante el montaje de un una obra del propio Pirandello inspirada en el Il Trovatore de Verdi. En esa búsqueda de la verosimilitud, propone a su elenco que se impliquen con interpretaciones más naturales improvisando las escenas. Tras esta presentación, Luigi Pirandello nos sumerge en una pieza híbrida en la que los géneros coexisten y se suceden sin transición en un juego de espejos en el que los actores acaban siendo personajes que son actores siendo a su vez personajes. Una trampa en la que la forzada naturalidad no funciona y se amotina. Los actores pronto mostrarán su desasosiego ante la incertidumbre de avanzar sin el sustento de un texto, exhibirán sus discrepancias escénicas ante las veleidades de un director que se cree por encima del autor y no ocultarán tampoco su irritación al encontrar que también sus propias improvisaciones han sido paradójicamente escritas.

Esta excusa narrativa fue utilizada por Luigi Pirandello, e inteligentemente adaptada por Ernesto Caballero, para reflexionar sobre el pulso inevitable que se produce en el teatro entre la dramaturgia y la dirección. Entre la visión de respeto casi sacramental que se dirige al texto y al dramaturgo y las pretensiones estilísticas, vanguardias y lenguajes escénicos que los directores imprimen en sus montajes. Pirandello y Caballero nos proponen abiertamente el debate. Pirandello como autor y Caballero desde ambas orillas, como adaptador del texto y director del montaje, en una visión esquizofrénica que lleva hasta el propio programa de mano donde el Ernesto adaptador abiertamente conversa con el que dirige.

Esta dualidad late durante toda la función y la vertebra. Entre escena y escena elenco y director se plantearán las preguntas que enfrentan el lenguaje teatral y los límites de la ficción y la realidad. ¿Quién da vida a una obra? ¿Es el dramaturgo que construye a los personajes y les dota de palabras o es el director que los materializa?

Luigi Pirandello proponía evitar géneros definidos y en esta pieza lo hace sin límites. Ernesto Caballero por su parte se enfrenta con inteligencia a esta estructura inusual y realiza una labor de adaptación notable. Con mínimas modificaciones contextualiza la obra de 1929 para replantear la mirada crítica desde la perspectiva actual. Para ello incorpora píldoras ácidas como la poca velada cita a Javier Marías sobre la escena actual: “si uno va al teatro hoy en día está expuesto a cualquier sobresalto”.

Más allá de la cuestión metateatral, la representación del pequeño cuento de Pirandello, Leonora addio!, que el elenco pone en escena es también sobresaliente. Los siete actores Joaquín Notario, Felipe Ansola, Jorge Basanta, Natalia Hernández, Paco Ochoa, Ana Ruiz y Ainhoa Santamaría realizan un trabajo soberbio.

La primera parte de la obra es ligera, ágil y muy divertida. Paco Ochoa demuestra una gran comicidad en su papel de Don Palmiro y sus interlocuciones con el grandísimo Joaquín Notario son deliciosas al igual que las intervenciones musicales de Ana Ruiz que despiertan aplausos espontáneos.

La segunda parte, sin embargo, se hace ligeramente larga debido, sin duda, al brusco cambio de género. Tras una primera mitad acelerada en la que nos reímos sin descanso, la escena se tiñe muy repentinamente y sin transición en una fatalidad de eco operístico en la que Ainhoa Santamaría y Jorge Basanta se enfrentan con un dramatismo en el que ambos, especialmente Basanta, brillan.

Por último, completando el montaje, el diseño escenográfico de Mónica Boromello y la iluminación planteada por Paco Ariza, ambas discretas pero efectivas, recogen a la perfección el planteamiento de Pirandello y Caballero y nos invitan a seguir jugando entre la ficción y la realidad con acierto.

Esta noche se improvisa la comedia es principalmente un homenaje al teatro. Un tributo al deseo de capturar la ficción y convertirla en verdad pero, ante todo, es una ocasión magnífica para disfrutar de la aguda visión de un genio de la dramaturgia, revisado por un grande de la dirección y apoyado por un elenco formidable.

Crítica realizada por Diana Rivera

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