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16.10.2023 Críticas  
Un teatro arde

El Teatro Español de Madrid cumple 440 años y Grumelot y José Padilla lo celebran en su sala Principal con Arder y no quemarse, un recorrido por la historia de este lugar que desde el 1583 mantiene su representación continuada.

Bentor Albelo, Pablo Chaves, Marc Domingo Carulla, Mariano Estudillo, María Gálvez, Carlota Gaviño, Pepe Hannan, Javier Lara, Cris Martínez y Mikele Urroz son el reparto «muy coral», como diría la Queti de la Cámara de Carlota Gaviño, que se encarga de interpretar todos los personajes de esta comedia histórica, desde las rencillas de las cofradías de Madrid en 1582 hasta los propios actores en la actualidad invitándonos a compartir nuestros recuerdos del Teatro Español, ahora en 2023. Sachetti, Ventura Rodríguez, Jerónima de Burgos, Lope de Vega, Isidoro Máiquez, María Guerrero, el Sr. Burgos, Chapete y Antoñita, viuda de Ruiz; todos aquellos que han aportado algo a la historia de este coliseo pasan por sus tablas, en un intento de resumir 440 años en 130 minutos.

Los Grumelot cuentan con su equipo de confianza, con Álvaro Guisado en el diseño de iluminación (nunca he visto tan bonito lucir el telón del Español), José Pablo Polo en el diseño del espacio sonoro y composición de la música original (ojalá una fiesta barroca en un lugar que la merezca más), y [la dalia negra] en el diseño de los audiovisuales, levantando frente a nosotros los planos de un lugar que parece destinado a arder de forma casi constante.

Íñigo Rodríguez-Claro en la dirección y José Padilla y Grumelot a cargo de la dramaturgia tienen la difícil labor de levantar un proyecto que resuma la historia del Teatro Español, de una lección de historia que interese a la audiencia, y todo ello manteniendo los sellos de la Casa Padilla y la Casa Grumelot. Las casas terminan en pie, aunque como el propio Teatro Español, haya que pasar por varios apuntalamientos y refuerzos de la estructura por parte de un equipo muy entregado.

Arder y no quemarse son tantas historias dentro de una que hasta que estas no se centran en el siglo XIX el resultado es bastante desigual y la fiesta barroca es el punto de inflexión, por disrruptivo y tan fuera del carácter del Español, que llegué a temer que la función no se recuperase. Pero es precisamente desde ese momento que el montaje entra en ese terreno que tan bien sabe manejar Grumelot, evocando emociones y estados de ánimo, trasladándonos a un lugar que se siente nuestro, y eso mismo fue revivir esa conversación entre Cipriano Rivas-Chérif con Margarita Xirgu, con unos fantásticos Mariano Estudillo y Carlota Gaviño. Descubrir la persona de Isidoro Máiquez a través de Javier Lara, a la enamorada Jerónima de Burgos de Mikele Urroz, siendo su encuentro con Lope casi sonrojante por la intimidad que logra junto a Marc Domingo; o esa galería hilarante de Pablo Chaves sea cual sea su papel.

Los Grumelot hacen magia con los momentos y la atmósfera que logran crear, donde Polo y Guisado son figuras clave, y en esta ocasión, todos los momentos en los que Arder y no quemarse se aproxima al género fantástico elevan el resultado final: con esa luz testigo que nunca se apaga, casi un fuego fatuo que recuerda todas aquellas presencias que fueron y aún son; ese momento en que estas se manifiestan en los palcos, o el último encuentro entre la Xirgu y Lorca. Ellos pasan a ser historia ya del Teatro Español, y en el 500 aniversario deseo que su presencia sea igualmente invocada en la celebración, como ellos han convocado a todos los que fueron y aún son.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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