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07.01.2023 Críticas  
Ellos están en el Lliure

El director y dramaturgo argentino Pablo Messiez presenta su última producción, La voluntad de creer, hasta el 15 de enero en el Teatre Lliure de Barcelona. Tras su último gran éxito, Las Canciones, ahora Messiez pone a prueba la fe del público y los intérpretes cuestionando la veracidad de los actos que ocurre dentro y fuera de la escena.

La voluntad de creer se inspira en la película Ordet de C.T. Dreyer -que es a su vez, es una adaptación de la obra teatral homónima de Kaj Munt– y de las palabras pronunciadas por Juana de Arco el día de su juicio cuando le preguntaron cómo supo que hablaba con el arcángel San Miguel: «Porque tuve la voluntad de creerlo”.

El montaje habla de la fe como motor de acción y cuestiona la distinción entre realidad y mentira dentro y fuera del escenario, poniendo a prueba a intérpretes y espectadores. «¿Qué relación hay entre voluntad y fe? ¿Qué hace que algo sea verosímil? ¿Qué papel desempeña el deseo de creer, en la sugestión? […] Demasiadas veces se ha dicho que el teatro es mentira. Intentaremos decir una otra cosa», afirma Messiez, quien añade que «lo bello del teatro es que es un acto de fe que nace y se pone a prueba durante el tiempo de la función».

El espectáculo se construye dentro y fuera del escenario desde el minuto en el que se abren las puertas de acceso a la sala. Ellos están allí, nosotros estamos aquí. En escena, ellos relatan la historia de una familia que avanza hacia un final trágico, desatado por el regreso a casa de Amparo, la menor de cuatro hermanos, y de su pareja embarazada, Claudia. Una historia marcada por el reencuentro de las recién llegadas con el resto de hermanos (una hermana amargada, postrada en una silla de ruedas; otra bohemia y vividora que no pasa un buen momento, y un último loco, que cree que es Jesús de Nazaret en la tierra) y que se complicará a medida que se complica el embarazo de Claudia. Una familia típica bien atípica que nos hace posar nuestra mirada sobre ellos de manera fulgurante mientras avanza la historia. Fuera del escenario, nosotros, los espectadores, asistimos a la construcción de la pieza teatral, desde la transformación de los intérpretes en personajes hasta el final, en el que podrán revertir la tragedia si están dispuestos a creer en el milagro.

Pablo Messiez presenta así un excelso texto basado en un doble juego: el que vemos en escena y que poco a poco avanza en la historia, y la historia en sí, de la que formamos parte como ente confesor, en la que los personajes vuelcan sus continuas frustraciones, ilusiones y vanidades rompiendo continuamente la cuarta pared que «nos separa» para meternos de lleno en la historia. Un juego perfectamente hilado que engancha a un público entregado y presente.

En La voluntad de creer, Messiez cuenta con buena parte del equipo artístico y del reparto de Las canciones. Así disfrutamos de Rebeca Hernando, José Juan Rodríguez, Iñigo Rodríguez- Claro y Mikele Urroz, a los que se añaden las intérpretes Marina Fantini y María Jáimez. Aunque me gustaría destacar algunos de ellos/as, debo decir que el texto entregado por Messiez crea unos personajes tan icónicos en escena que todos/as, sin excepción, nos ofrecen un trabajo actoral tan estupendo que hipnotiza al respetable haciendo que la escasa hora y media que dura el montaje pase en un abrir y cerrar de ojos lleno de risas, sorpresas y fe.

Por último, en la parte técnica, destacar la blanca y continua construcción de la escenografía de Max Glaenzel y la iluminación de Carlos Marquerie que tiñe la historia. Una forma de construir de nuevo nuestra fe hacia una historia llena colores y ficción con la que dialogamos en blanco y negro.

La voluntad de creer de Pablo Messiez es un acto de fe teatral. Un bombazo que ya ha explotado en otras plazas españolas y que ahora, está en el Teatre Lliure de Barcelona para sacudir la mente de los espectadores bajo un acto de fe y creatividad. Nosotros estamos aquí, ellos están en el Lliure.

Crítica realizada por Norman Marsà

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