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09.07.2017 Críticas  
Para quien quiera reírse del dolor

Poder celebrar que uno tiene trabajo se ha convertido, en estos últimos tiempos, en un récord. Celebrar que uno lleva 25 años en la misma empresa es, además, un plus. Si, además, estamos hablando de un trabajo en este país relacionado con la cultura eso ya se convierte en todo un lujo.

Las chicas de T de Teatre lo han conseguido. Y para celebrarlo, lo hacen por todo lo alto, estrenando obra en el Teatre Romea para el Festival Grec de Barcelona bajo la dirección del gran Julio Manrique (un día de estos se me va a notar demasiado mi debilidad).

E.V.A. es una comedia dramática que nos habla del dolor. ¿Se puede hablar de asuntos que rozan tragedias con un elevado sentido del humor? Sí. Sí que se puede. Marc Artigau, Cristina Genebat y Julio Manrique han creado una dramaturgia, bajo el encargo de la compañía, que luego dirige el mismo Manrique y que habla de los diferentes tipos de dolor que uno puede sufrir y de cómo esos dolores, en la mayoría de los casos, están relacionado con nuestras emociones presentes y pasadas.

Dolor físico, dolor emocional, dolor somático, que te duela el alma… El dolor es parte de la vida. Y uno tiene que aprender a vivir con él. Solo así, quizá, se puede reducir el dolor y sus efectos. Anestesiarnos en vida, está claro, no es la solución para la recuperación. Sentir, por otro lado, acaba curándonos.

Es curioso haber visto esta obra, con este tema tan interesante, justo la semana que empiezo mi rehabilitación de una operación de hombro y donde he comprobado que esa mejoría solo llega a través del dolor. Algo que no es nuevo para mí, porque a nivel emocional ya pasé por esto en el pasado. Pero ahora, lo estoy comprobando también a nivel físico. Y este texto, no ha hecho más que darme la razón.

Aparentemente, la obra arranca con cuatro historias diferentes, sencillas aparentemente. Pero a medida que va adelantando el tiempo, y van pasando cosas, se hacen cada vez más intensas y comienzan a entrelazarse. Sus tres autores han sabido darle la redondez ideal, presentando al público los interrogantes iniciales pero cerrando completamente la historia al final.

Cada una de las protagonistas de E.V.A. nos enseñará una variante del dolor. Carme Pla es Clara, una profesora de historia y madre soltera, que decide hacer limpieza (en casa e interior) cuando su hija decide dejar el hogar que comparten para emprender su propia vida. Algunas de las cosas que arrastra le han provocado una hernia discal que le ocasiona un dolor insoportable. ¿Hasta donde tendrá que llegar Clara para eliminar ese dolor? Carme, junto a un misterioso maestro japonés llamado Yoshiro, nos regalan algunos de los gags más divertidos de la obra.

Rosa Gàmiz interpreta a Lola, una trabajadora madre de gemelos, que recuerda su pasado como adolescente y a la que le cuesta aceptar el salto generacional. A ciertas edades, ya no somos tan jóvenes, ya no tenemos las mismas fuerzas, ya no tenemos el mismo físico y no por eso somos peor. Pero llegar a esa aceptación, también duele. Y si no, que se lo pregunten a Lola, el personaje más revoltoso y loco de toda la función. Gracias Rosa, por hacernos reír así.

Àgata Roca se interpreta a ella misma. Como la actriz de la compañía T de Teatre que es y a punto de celebrar su 25 aniversario en la compañía y su propio cumpleaños. Su dolor viene de haber vivido a la sombra de su madre toda su vida. Y de que a estas alturas siga teniendo tanta influencia en ella hasta el punto de que no se sienta preparada para hacer las cosas que más desea, como es cantar una canción en una de sus funciones de teatro. Piu, el encantador enfermero que cuida de su madre en la residencia le ayudará a superar ese dolor, mostrando así que a veces la ayuda llega de donde menos lo esperas. Ah, Àgata… tu voz es preciosa.

Finalmente, tenemos a Marta Pérez quien es Paloma, la experta en E.V.A. (Escala Visual Analógica del Dolor), una anestesista que parece que se ha propuesto no sentir. El desarrollo de su personaje es, posiblemente, el que más matices nos regala. Un personaje duro de interpretar que Marta realiza a la perfección, sin excesivos dramatismos pero tocando la fibra al espectador. Y su monólogo final, uno que tendríamos que transcribir y dejarnos cerca como cita de cabecera para más de una ocasión.

Colaborando con las cuatro actrices, tres ayudantes de excepción: Albert Ribalta, Jordi Rico y Carolina Morro. Sin ellos, esta comedia no habría sido posible. Como tampoco el resultado habría sido el mismo sin la escenografía de Alejandro Andújar, donde la profundidad, las puertas correderas y la luz y el vídeo juegan un papel importantísimo para envolvernos en cada situación, así como la música de Marco Mezquida y el sonido del siempre acertado Damien Bazin, que le pone la guinda a las escenas.

Los ingredientes eran perfectos para que E.V.A. nos hiciera reír y emocionar, para que nos hiciera pensar y reflexionar. En definitiva, para que nos hiciera sentir, que es lo que todos esperamos del teatro. Y si los ingredientes estaban ahí, solo había que remover, poner al horno y presentar. E.V.A. es la preciosa y exquisita tarta de celebración de los 25 años de la compañía T de Teatre. ¿A que esperan ustedes a probar su trozo también?

Crítica realizada por Diana Limones

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