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15.10.2018 Críticas  
Los espejos del esperpento

Recupera el Centro Dramático Nacional un clásico del teatro español. Luces de Bohemia ocupa un lugar privilegiado en el imaginario teatral colectivo. En las manos de uno de los mejores dramaturgos actuales, a saber, Alfredo Sanzol, estas Luces y el periplo nocturno de Max Estrella por la noche madrileña consigue un vuelo nuevo, ágil y sumamente interesante.

Ramón María del Valle-Inclán creó uno de los personajes más queridos del teatro español. Max Estrella, poeta arruinado, bohemio y algo bebedor. El recorrido nocturno por las calles y callejuelas del Madrid de los años 20, le llevará al encuentro de toda una serie de personajes inspiradores y reflejo de la sociedad española de aquel entonces. La noche de Max Estrella terminará trágica, su velatorio será el inicio del teatro del esperpento que ideó magistralmente Valle-Inclán.

Alfredo Sanzol cuenta con un amplio reparto de 16 actores y actrices para ese mágico recorrido nocturno. Una escenografía que como no podía ser de otra manera, se llena de espejos para reflejar la distorsionada sociedad. Sobriedad en escena pero mágica propuesta que amplía hasta el infinito el espacio escénico. Música en directo y las siempre atinadas incursiones musicales a las que Sanzol nos tiene acostumbrados. Desde el himno español a Bella Chao.

Juan Codina saca todo su talento y maestría para encarnar a Max Estrella, con excelente trabajo, tanto vocal como físico. Tremendamente fácil imaginarse al poeta con esa voz y ese porte. Le acompaña Chema Adeva como Don Latino de Hispalis, maravilloso tándem interpretativo. Se nota la mano de Sanzol en la dirección, pues todo ocurre con un brío envidiable. Es una obra de duración larga, pero que se disfruta sin pesadez. El resto del reparto, que se desdobla y multiplica está más que sobradamente atinado. Jesús Noguero, Jorge Kent, Ángel Ruiz, Lourdes García, Paloma Córdoba, por solo mencionar a algunos. Maravilloso engranaje que funciona a la perfección.

Luces de Bohemia es un retrato tan atinado de una España no tan lejana, que se antoja por algunos momentos escrito esta misma semana. El desfile de personajes, entre corruptos y buscavidas es un reflejo de la sociedad actual. Esos espejos que permiten ver el patio de butacas y que nos devuelven a Max Estrella deambulando con su amigo, son un perfecto y nada distorsionado reflejo de la actualidad. Tienen esta Luces de Bohemia de Sanzol un tremendo respeto por el clásico pero pasado por un tamiz de teatro nuevo, bien hecho. En otras manos podía haber quedado maniqueo, pero ha quedado una función redonda, didáctica incluso. Una lección de adaptación teatral que se disfruta de principio a fin. Un paseo entre espejos, que para nada resulta esperpéntico sino aleccionador y vigorizante. De la mano de Max Estrella, en el María Guerrero, nos descubrimos humanos.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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