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02.02.2024 Críticas  
Trapicheos en Versalles o qu’es-ce que c’est cette merdé

La investigación histórica acaba descubriendo perlas que deshacen los mitos repetidos durante siglos… dejando a veces en su lugar verdaderos diamantes narrativos. Es el caso, por ejemplo, del famoso Collar de la Reina de Maria Antonieta, que ni fue de ella, ni quiso ella, ni pagó ella. Pero la historia que hay detrás de uno de los detonantes de la Revolución Francesa es aún más apasionante. Se puede ver estos días en el Teatre Akadèmia de Barcelona.

Ricard Farré y Arnau Puig escriben una comedia enloquecida que podría parecernos inverosimil si no fuera porque está perfectamente documentada: joyeros desesperados, cardenales bochornosos, nobles en horas bajas y una caterva de secundarios de a pie entrañables, de los pobres de solemnidad y los fieles sirvientes a los artistas de la época. Todo, hasta la mismísima María Antonieta, encarnados por solo dos actores: Marta Pérez y el propio Arnau Puig, dirigidos por Adrià Aubert y Carla Coll.

El texto, el ritmo de la puesta escénica y la historia conforman un rompecabezas en el que se van trufando humorísticos gags desde nuestro punto de vista, pero en el que la trama sigue dependiendo de la verdad histórica. El malabarismo escénico de El collar de la reina, este pas de deux continuo que no deja respirar ni al público ni a los actores, funciona con precisión pero siempre al borde del desastre, que es cuando al malabarista más se le aplaude… y es también como estaban viviendo los protagonistas de la historia.

La idea y la ejecución escénica son soberbias. El trabajo de los actores es intenso y poliédrico, multiplicándose y dando entidad propia a cada uno de sus personajes, con transformaciones de a veces solo unos pocos segundos… o en la traca final, ni eso. Les arropa una simple pero muy eficaz escenografía de Enric Romaní (esas puertas giratorias de la corrupción que son también las del vodevil), el precioso vestuario de María Albadalejo y la peluquería de la poliédrica Cinta Moreno.

Slapstick, parodia, máscaras, comedia de intriga y comedia de enredo, e incluso un poquito de drama histórico. El collar de la reina no se centra en una sola disciplina porque, como la vida, tiene de todo. Incluso escena post-créditos…

Crónica realizada por Marcos Muñoz

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