Mi segunda cita con el clasicOFF de Nave 73 en Madrid y esta es con las Bestiario Teatro y su Jerusalén en llamas: La Biblia, La venganza de Tamar, de Tirso de Molina y Los cabellos de Absalón, de Calderón, son la base de esta fusión del Teatro Clásico en una propuesta escénica contemporánea.
César Barló se encarga de la dirección de escena, iluminación y dramaturgia, elementos claves de este montaje, a través de los que consigue que la atmósfera fría y aséptica de este palacio llegue a una audiencia que forma parte de esta recepción. El aluminio inoxidable de las mesas sobre las que se reflejan los fluorescentes y la inteligentísima configuración de estos elementos en el espacio de Juan Sebastián Domínguez, anticipan un banquete sangriento y crudo.
Jerusalén en llamas nos relata el desmembramiento de la familia conformada por el Rey David (Borja Minaya), que mantiene a raya, igual que a los pueblos que arrasa, a sus hijos Amnón (Moisés Chic), Absalón (Pablo Ríos), y la malograda Tamar (Paula Susavila), a ojos aliados del servicio (Patricia Berenguer y Lorena Cervera). Asistiremos en esta luminosa sala de despiece al festín, casi canibal, de estos personajes dispuestos a todo por hacerse respetar.
El poder en escena de las Bestiario Teatro, apoyadas en la magnífica y exigente dirección de César Barló, y en la entrega kamikaze de todas las intérpretes hacen que uno salga de la sala con la impresión de haber asistido al estreno revelación del último Festival de Avignon, pongamos. Se siente ambición y veteranía en el tercer montaje de esta compañía, en la que gracias al trabajo en conjunto de la investigación y creación escénica, todas las integrantes son pilares indispensables que levantan el proyecto. No siento batallas de egos, ni protagonismos descompensados, sino una compenetración y apoyo que favorece al resultado final de la muestra.
Si en Antigonía sentí oscuridad y corporalidad, Jesuralén en llamas es luz y palabra, pero en ambos la fabricación de escenas, las imágenes que los cuerpos forman jugando con la luz y la energía desbordante del equipo, son comunes y percibo que forman parte de la idiosincrasia de Bestiario Teatro.
Crítica realizada por Ismael Lomana
