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29.04.2022 Críticas  
Hartas de vuestra mierda

El humor gallego, la versatilidad de A Panadería y la denuncia social llegan al Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional de Madrid con Las que limpian. Hora y media de comedia empática y acidez política sobre la realidad, el abuso y la injusticia que sufren las popularmente conocidas como Kellys.

Areta Bolado, Noelia Castro y Ailén Kendelman dirigen, escriben e interpretan. Y estoy seguro de que también iluminan, montan escenografía y preparan vestuario si hace falta, aunque en esta ocasión hayan dejado esas tareas en manos de Del Ruiz, Beatriz de Vega y Esther Quintas. Se nota que son todoterreno, pero con dos máximas muy claras. La primera, que el espectáculo está por encima de todo, da igual los pobres o mínimos que sean los recursos con que cuentan. Con ellas, menos es más, y les basta con la capacidad del carrito de una camarera de piso para desplegar cuanto requiera su narración. Y la segunda es que por encima de eso tienen algo aún más claro. La máxima prioridad es el público. Hacerle disfrutar, reír hasta desatar su carcajada, a la par que emocionarle, introducirle de lleno en las muchas aristas de la complejidad que le trasladan.

Las que limpian es una muestra de todo ello. Con esta obra, coproducida por A Panadaría y el Centro Dramático Nacional, combinan orgullo identitario, capacidad de análisis y finura a la hora de transmitir su visión sobre el asunto tratado. En este caso, el atropello laboral que sufren tantas mujeres encargadas de limpiar las habitaciones de hotel, condenadas a trabajar en condiciones indignas y por un sueldo aún más miserable que la ética de los empresarios que las contratan.

Areta, Noelia y Ailén saben que somos conocedores de esta situación y por eso eluden una trama al uso. Comienzan muy bien, a base de gags en los que lo que prima es su dominio del lenguaje escénico, la riqueza de su gestualidad, la versatilidad de su presencia, la ligereza con que se desplazan sobre el escenario, y entran y salen de él. Así es como describen la actividad de una limpiadora. Qué hace exactamente una mujer que se gana la vida haciendo camas, pasando la aspiradora y limpiando cristales. El ritmo al que se ve sometida para que turistas, profesionales de los negocios y beodos sin pudor disfruten de una agradable estancia.

Una vez introducidos en la materia y desbaratada la cuarta pared, generando un clima de comunidad y complicidad con el que A Panadaría nos hace sentir que somos parte creadora, necesaria y activa de su propuesta, nos traslada hasta donde tiene interés en situarnos, en quienes causan y permiten esas situaciones. En los empresarios sin escrúpulos y en los políticos que corruptamente les amparan y con los que se asocian para prostituir nuestra democracia.

Ahí las referencias a personajes conocidos, a casos reales y a representantes públicos que eran el que quería que fuera la ciudadanía el representante público, llevan la función a cierta cacofonía y bucle narrativo. Pero Areta, Noelia y Ailén cuentan con la suficiente fuerza, autenticidad y espontaneidad como para solventar esas irregularidades y hacer aún más sólido el mensaje-denuncia y el propósito teatral de su representación. Divertir y entretener, pero también concienciar y comprometer. Larga vida a Las que limpian, ya sea representada en gallego o en castellano. Lo merece A Panadaría y lo merecen las mujeres que la inspiran.

Crítica realizada por Lucas Ferreira

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