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14.03.2022 Críticas  
Construyamos una ciudad en las nubes

En una temporada errática por fin el Centro Dramático Nacional da en la tecla y trae un excelente montaje de La Calòrica a Madrid. La sala de la Princesa del María Guerrero se llena de la comedia clásica de Aristófanes, Las aves, pasada por el tamiz de la ocurrencia y el buen hacer de una compañía que debería prodigarse más por los madriles.

400 años antes de Cristo, Aristófanes escribió una de sus tantas comedias. Las aves, un tratado cómico y sarcástico con referencias a la política ateniense y un claro ejemplo de la comedia clásica griega. La Calòrica, con la dramaturgia de Joan Yago y la dirección de Israel Solà hace gala de un saber hacer pocas veces visto, de un destilado gusto por la comedia, rozando la irreverencia contenida que provoca el asombro del público.

Ya habían llegado a mis oídos las gentilezas de esta compañía. Mi compañera en Barcelona Diana Limones me ponía los dientes largos al salir de cada montaje suyo. Y hace ya unas temporadas me habló de las bondades de Las aves/Els ocells. Así que no con cierto temor acudí a la Sala de la Princesa. Temor fundado en que en no pocas ocasiones las adaptaciones al español de obras concebidas en catalán no consiguen llegar al nivel conseguido en su idioma original. Ese era mi mayor temor. Pero por suerte, en esta ocasión el temor se tornó en admiración a los pocos minutos. Perfecta adaptación del texto y perfecto ritmo.

Xavi Francés hace su aparición como abubilla y mientras nos relata la fundación de Roma en una de las colinas, y como Romulo y Remo confiaron en las aves para decidir su ubicación final, enfrascado en ese relato recibe la accidentada visita de dos humanos que huyen por el bosque, después de haber disparado a la Democracia. Todo este entuerto inicial se va descubriendo en una trama apasionante, donde los humanos verán la oportunidad de hacerse los líderes de las aves, de convencerlas de que viven oprimidas y de que deben fundar una ciudad en las nubes. Todo razonado a base de populismos, odas a la libertad, y con una pátina muy familiar y reconocible en la política de hoy en día. Un ejercicio de sátira tan reconfortante como necesario. Desfilaran el flamenco, la gaviota, una familia de palomas, un cura con instintos irrefrenables, un juez muy reconocible y algún cuerpo de seguridad corrupto. Todos encarnados por un elenco perfectamente engrasado. Al ya mencionado Xavi Francés que se desdobla en varios personajes, se unen Marc Rius como Pistetero, Esther López como Evélpides y Aitor Galisteo-Rocher en un abánico de personajes irrepetibles. Todos están simplemente perfectos, logrando escenas hilarantes donde la carcajada del público y el aplauso espontaneo demuestran la calidad del montaje.

El vestuario y escenografía de Albert Pascual contribuyen a la excelencia de la propuesta. Podían haber optado por simplificarlo, pero hacen un verdadero despliegue de talento e imaginación que contribuye a que Las aves alcen el vuelo, nunca mejor dicho.

La única pega es que se ha programado en el infame horario de las seis de la tarde, limitando mucho la posibilidad de que llegue a más público, cosas del Centro Dramático Nacional. Yo solo pido que estos locos del teatro se dejen caer más por la capital y si es con estas aves mucho mejor, pues estoy seguro que en cualquier otra sala con un mejor horario y mejor difusión mucha gente acudiría a gozar del populismo del teatro bien hecho.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau.

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