Activismo social y orgullo familiar se encuentran bajo el manto de Els Brugarol; quienes se presentan sobre las tablas del Teatre Poliorama de Barcelona para hacernos reír a carcajada limpia. Aunque la sociedad se va volviendo cada vez más igualitaria, aun hay temas que no nos hemos casi planteado.
En casa de los Brugarol – familia de la alta burguesía catalana – la hija, Anna, activista social y feminista, decide cambiarse el primer apellido por el de la madre. «No abatiremos el patriarcado hasta que no nos digamos como la madre que nos ha parido». Para Antoni Brugarol es inconcebible que su hija ya no se diga Brugarol, uno de los apellidos con mas solera de la comarca. Por ello recurrirá a todo tipo de argucias y chantajes para que Anna se eche atrás.
Si bien es cierto que el cambio de apellido (en lo que el orden se refiere) lleva aprobado en nuestro país desde el 2015; este se regía bajo unos estrictos criterios y supervisado por el Ministerio de Justicia. No fue hasta mediados del 2011 que pudimos ver grandes cambios en el citado trámite. Actualmente, es posible establecer el orden de los apellidos de común acuerdo entre los progenitores en el momento del registro del infante. Y, si la persona interesada es mayor de edad, puede solicitar el cambio ella misma directamente en el Registro Civil.
Aunque la posibilidad esté sobre la mesa, aun se observan tradiciones patriarcales en este sentido; ya que no hay muchas parejas o convivientes que decidan dar el paso de invertir el orden de los apellidos. El orgullo familiar sigue siendo primordial para unos y, otros, simplemente no se plantean esta acción.
Ramon Madaula nos lanza directamente esta cuestión en Els Brugarol. Él, escribe y protagoniza esta comedia familiar de humor ácido, inteligente y, en ocasiones, doloroso a la tradición que enfrenta cara a cara a sus tres protagonistas: el patriarca de la familia (Ramon Madaula), la hija (Estel Solé) y el yerno (Jaume Madaula). Dos generaciones que nos muestran dos maneras distintas de entender el mundo en una sociedad donde todos quisiéramos creernos un modelo de coherencia absoluta. Y sobretodo, donde destacan que la libertad de cada uno acaba donde empieza la libertad del otro.
Ramon Madaula nos presenta un texto sencillamente delicioso, punzante e ingenioso que hace reír a toda la platea del teatro. Un tema peculiar: la pertenencia a la estirpe familiar y/o la desaparición de la misma; hace que nos planteemos desde la butaca nuestra posición al respecto. ¿Qué haría yo en esta situación?
Puede que apoyaras la decisión de cambiar el apellido familiar, que no te importe que tu hijo/a tenga como primer apellido el de tu pareja en lugar del tuyo pero… ¿Y si la familia no estuviera de acuerdo? ¿Y si otros factores alteraran tu decisión? Eso es lo que Madaula comparte desde escena. No todo es blanco y negro. Cada uno podemos tener unas motivaciones y puede que, en algún momento, estas colisionen y alguien deba ceder.
Ramon Madaula presenta un personaje creíble y preocupado pero, a su vez, perverso en querer llegar a conseguir su meta. El texto que defiende (en parte autobiográfico) es sencillo, directo y empatiza con un público que se puede ver absolutamente reflejado.
Por su parte, Estel Solé (la hija de la estirpe Brugarol), nos muestra una mujer combativa, de ideas claras y altamente calculadas. Conoce a la familia, sabe de qué pie cojea su padre y, sobretodo, sabe que su decisión llenará la casa de problemas. Pero ella, combativa por naturaleza y vocación, llegará a donde sea para llevar a cabo su decisión; le pese a quién le pese. Con lo que ella no cuenta es con la maldad y la volubilidad del ser humano; las cuales, no optarán a su favor.
Cierra el reparto Jaume Madaula (el yerno), una persona cercana, un hombre que sabe lo que quiere, que apoya a su familia y las decisiones que toman en conjunto… hasta que el patriarca introduce un punto de inflexión en la historia que puede cambiarlo todo. Su personaje, sereno y atento, con capacidad de agradar a todos, se vuelve débil y manejable a voluntad; y él tendrá que sufrir para encontrar su meta. Posiblemente, sobre el papel, el personaje con mas contenido de la historia por todos los cambios que ha de sufrir.
Un trío de personajes que funciona a la perfección en escena complementándose, incluso, en las escenas más simples. En ellos podemos disfrutar de todas las reacciones que, como seres humanos, podríamos llegar a plantearnos en una situación similar. Mención especial para las voces de Quim Àvila, Mercè Aránega y Oriol Guinart que podemos disfrutar en escena.
En la parte técnica, la escenografía de Laura Clos (Closca) y Sergi Corbera funciona a la perfección de inicio a final. Junto a la iluminación de Jordi Berch, el set presenta una casa sencilla pero bien distribuida señorial. Una sensación de un gran salón ayuda a entender la importancia del apellido familiar y el dinero que manejan los Brugarol. Fantásticos cambios, mínimos en el ambiente, cuando hacia el final de la obra cambiamos de época. Se agradece que la transición de épocas sea tan sencilla y orgánica solo con la variación de la iluminación y el ambiente.
Por último, destacar la dirección de Mònica Bofill; quién cuida con mimo el ritmo de la narración de forma exhaustiva. Balanceando un inicio que podría ser lento pero cuya buena mano salva, con los cambios de ritmo que disfrutamos a mitad de obra para, finalmente, terminar con una colocación final que ayuda a cerrar la historia.
En una sociedad donde de hipocresía no falta, los Brugarol son una familia que lucha por sus verdades, cada uno convencido de que éstas les definen. Sus verdades colisionarán con la de otros miembros de la familia mostrando que la imagen que tenemos de nosotros mismos, lo que pensamos que somos (o lo que nos gustaría creer que somos) a veces no está tan clara como pensamos.
Crítica realizada por Norman Marsà