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19.10.2020 Críticas  
Revolviendo entre clásicos

No es nueva la tendencia de la deconstrucción. Tomar de base un texto clásico, conocido, para darle la vuelta como a un calcetín e intentar disfrutarlo desde otro prisma, ya sea este más o menos actual. El Teatro Español pone en escena la popular Mujercitas, en versión libérrima de Lola Blasco, con un resultado que no convence.

En palabras de Jo… Mujercitas se pone en la piel de Louisa May Alcott, autora de la archiconocida novela. Mujercitas puede tacharse de muchas cosas, desde cursi a anticuada, pero no puede negarse que el relato de las mujeres de la familia March ha conseguido ser una de esas historias que enseguida retrotrae  imágenes muy claras en la mente de los lectores. El cine ha hecho sus deberes, con versiones más o menos fieles al relato, muchas de ellas de bastante éxito. Con lo cual, si se menciona Mujercitas, vienen a la mente la nieve, la Navidad, chimeneas y los sueños de unas niñas y adolescentes en los Estados Unidos de la Guerra Civil.

El montaje que llega al Teatro Español, quiere huir del relato de Mujercitas, pero no mucho. Nos cuenta el proceso creativo de la novela partiendo de varios de los episodios más conocidos de la novela, y centrándose en Jo, la protagonista de la novela. Lola Blasco ha introducido a la autora entre los personajes, como testigo de las vivencias de la familia. La vemos tomando nota de todo lo que ocurre y se dice durante la larguísima escena inicial en la que luego formará parte como un personaje más.
Se mantiene vestuario de la época, no faltan la chimenea, la ventana y la nieve. Pero el espíritu se diluye. Entiendo que eso ocurre intencionadamente, ya que el lenguaje transita entre el costumbrismo de la época a la reivindicación feminista, con guiños a la actualidad que producen cierto desconcierto, por lo forzados de los mismos. El montaje requiere cambios de escenografía que se resuelven con telón negro y forzadas escenas en el proscenio.

Pepa Gamboa ha dirigido a las actrices que dan vida a la familia March. Clara Sanchis es Marmée, la matriarca del clan. Se nos presenta como una mujer en las antípodas del personaje de la novela. Donde están la dulzura y empatía de la original, aquí nos encontramos con una mujer harta de su destino en la vida. Decisión de la autora y la dirección, pero cuesta empatizar con el personaje. María Pizarro es Jo, y otra vez nos encontramos con un personaje con el que queremos encariñarnos y no lo conseguimos. Entre carreras incomprensibles y diálogos atropellados no entendemos que le pasa por la cabeza. Su inesperado y desestabilizador amor por Laurie queda en un cuarto plano. Su afán por ser escritora, con aspiraciones reservadas a los hombres en aquella época queda esbozado en frases lapidarias.

Maite Sandoval destaca por encima del resto del elenco. Tanto en su papel de Louisa May Alcott como el de Tía March le tiene el tono cogido. Especialmente a partir del segundo acto, donde hace suyo un papel más desenfadado y provoca alguna de las escenas que sacan alguna sonrisa. El reparto lo finalizan Paula Muñoz como Amy, Andrea Trepat como Meg y Carolina Rubio como la malograda Beth. Para cualquier conocedor de la novela, Beth es un personaje entrañable, que derrocha felicidad. En el montaje también exuda felicidad, quizá demasiada. La pobre Beth sufre también los efectos de revolver los clásicos y se mete piedras en los bolsillos mientras pasea por el río. De tanta felicidad se va al fondo.

El montaje de la Sala Principal del Español se alarga innecesariamente hasta las casi dos horas y no consigue despegar de la intención, que entiendo que no es otra que contarnos las vicisitudes de la escritora en el proceso de creación y publicación de su novela. Varias deserciones en el estreno. Algunas voces se preguntaban: ¿dónde están las mujercitas?. Vaya como pliego de descargo, que en ningún momento se ha presentado este montaje como uno fiel a la historia, pero quien no vaya prevenido puede encontrarse con una función que le produzca cierto desconcierto. De ahí en adelante, el desconcierto puede ser positivo o negativo, eso irá en función de cada uno.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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