El Escenari Joan Brossa presenta la primera de las dos propuestas que forman el díptico Greta & Friday. Bajo la batuta de Albert Mestres, (re)descubrimos qué significa Amor pur. Un inicio visceral y nuclear a partir de dos personajes tan representativos como la activista Greta Thunberg y la personificación del fenómeno Fridays for Future.
El amor iniciático como una marcha funambulista y ecologista. Lo primero que sorprende es la sensibilidad de todos los implicados para conseguir centrarse en el sentimiento titular y desarrollarlo a partir de la conexión entre conceptos y disciplinas de un modo emotivo, íntimo y sugerente. Diríamos que hasta doloroso. Un viaje que lo es también hacia un momento más o menos remoto que nosotros, los espectadores, también vivimos. Hacia la zozobra y el preámbulo. Resulta realmente conmovedor el punto de vista que se logra plasmar y mostrar. El amor adolescente sin condescendencia se representa desde una verdad absoluta y en tiempo presente, en primera persona y sin concesiones ni restricciones (tampoco escénicas).
Sin hacer una biografía al uso sí que se evocan algunas particularidades de la figura de Thunberg, que hilvanadas con las intenciones y conceptos descritos se utilizan de un modo semejante a una retroalimentación simbólica. Depresión, pérdida de apetito, mutismo selectivo, TOC, autismo, síndrome de Asperger. De nada de esto se hará un tema y el centro seguirá siendo el nacimiento y desarrollo del primer amor. Pero si tenemos en cuenta el recorrido de esta figura y el empuje para enfrentarse a la crisis climática, la supeditación a un sentimiento desconocido e incontrolable y los paralelismos entre el amor hacia alguien y el amor hacia el planeta son muy potentes. Un querer condicionado ya que si el globo se deteriora el querer y predilección que sintamos por él desaparecerá indefectiblemente, así como nuestro ser y capacidad sensible y apasionada. Fin del mundo, fin del cuerpo, fin del amor. Muy interesante este destino «trágico» no como designio azaroso fatal sino como consecuencia de este magnífico paralelismo entre la muerte o clausura del amor y del mundo. ¿Cómo razonar, si es que esto es posible al hablar de sentimientos, ante esta adversidad propagada e impulsada por el ser humano y su genocidio planetario?
Localizar a Greta dentro del movimiento Fridays for Future y elegir como co-protagonista a alguien llamando Friday demuestra la puntería de Mestres, ya que en este contexto se sitúa en la cuerda floja ese futuro que da nombre al movimiento internacional. Hay una lectura también muy interesante que podría comparar el calentamiento global e insostenible con la incapacidad humana de encauzar un apasionamiento tan fervoroso con las herramientas que se tienen a tan temprana edad. Y lo más hermoso es cómo esto se ha descrito a partir de la palabra en su vertiente más poética y experimental y su integración con el lenguaje acrobático. Entre lo visual, lo auditivo y el movimiento creado por Lola Candarell y José Luis Oliver, ambos protagonizan la pieza. Asumen la guía de la dirección y dramaturgia y consiguen una autenticidad que va mucho más allá de asimilar el texto con espontaneidad y lo extienden exponencialmente a todos los modos aproximativos convocados e integrados de un modo que solo podemos describir como sororidad interdisciplinar. Veracidad también al integrar voz, expresión corporal, danza, acrobacias y funambulismo para mostrar esa pureza del amor que como el arte de esta pareja, lo hace caminar a lo largo de un delgado alambre, situándose (y situándonos) en su mínima superficie de apoyo. Brillantes emisarios de este frágil equilibrio que nos transmiten en toda su esencia mirándonos fijamente a los ojos.
Junto con la música de Marc Egea, la iluminación de Albert Julve y la escenografía de Marc Chornet se crea una atmósfera que aprovecha el rojo que viste las paredes de la sala y que ayuda a devolver a cada palabra o forma expresiva su significado originario y primario que las (y nos define) y, peldaño a peldaño, escalan esto al sentimiento que da título a la pieza.
Finalmente, aplaudimos la iniciativa del Escenari Joan Brossa de impulsar un proyecto como el que nos ocupa. Una apuesta de producción arriesgada que da visibilidad y que conquista, precisamente, a los que sentimos predilección por formas de aproximación textual disconformes con el redil más frecuente. Centrándonos en la pieza de Mestres, nos situamos ante un embajador privilegiado de una premisa más que interesante. Resulta completamente cautivador e ilusionante encontrar y disfrutar piezas capaces de convertir el modo expresivo en nuevo contenido tanto o más potente y vinculante como el el material argumental o temático. Hay que ser muy valiente para sentir y expresar un amor tan puro (también hacia las artes escénicas) de esta manera y en tiempo presente. Y aquí, Carandell, Oliver y Mestres lo son y así lo demuestran.
Crítica realizada por Fernando Solla