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04.09.2019 Críticas  
Amor loco, amor ciego

El domingo pasado disfruté de La margarita del Tajo que dio nombre a Santarén, de la compañía Los martes no, en el escenario de la Fiesta Corral Cervantes de Madrid. Las actrices María Gregorio y Anaïs Bleda proponen su versión de la tragicomedia de Ángela de Azevedo, que dirige la segunda, con un montaje dinámico, efectista, coreografiado con mimo y pasión.

La historia se centra en el personaje de Irene (María Gregorio), una novicia ajena al mundo, que despierta, sin saberlo ella, las pasiones de Britaldo (Airel Muñoz) y Remigio (Alfonso López); uno hombre casado y el otro religioso. La debilidad del ser humano y la redención final de los protagonistas serán los principales temas de esta obra escrita en el siglo XVII y ambientada en una ciudad portuguesa.

En el otro lado de la balanza la esposa de Britaldo, Rosimunda (Anaïs Bleda), logra doblegar sus celos y entablar amistad con Irene, olvidando rivalidades. Por su parte, Etc, el gracioso del cuento, interpretado magníficamente por Natalia Llorente, conjuga las risas y la sabiduría, siempre atento a su señor Britaldo pero rebelde y sincero en sus acusaciones. Debo destacar las peleas entre los dos personajes, especialmente el juego de esgrima en la primera mitad del montaje.

Los cinco actores dominan el verso, que se convierte en música en los oídos de los espectadores y crean personajes complejos, a pesar de las tipologías de una obra de estas características, mostrando las miserias y batallas del ser humano y respetando la obra original. Los intérpretes se presentan ante el patio de butacas con camiseta y mallas negras, hacen reverencias y bailan y se visten en el escenario, desvelando, como se hizo en su día, y posteriormente, durante las vanguardias, el juego teatral que está a punto de acontecer.

En los primeros minutos del espectáculo, la sobriedad de la escenografía contrasta con una pantalla en que se muestran los nombres del equipo sobre un fondo de agua en calma. Y es que, como en un auténtico corral de comedias, los personajes se mueven en torno a un tronco que sirve de silla y de escondite. El silencio durante los créditos iniciales se ve interrumpido por un zumbido de abejas y da paso a una delicia de montaje, en que no faltan momentos más estáticos o de reflexión sobre la condición humana, cuando los focos se centran en el personaje, o coreografías que resumen satisfactoriamente la primera parte de esta historia y expresan a través del cuerpo los sentimientos de Britaldo hacia la novicia Irene.

Las risas no faltan en esta versión, que además, ganó el IX certamen AlmagrOFF. No me sorprende en absoluto. La margarita del Tajo que dio nombre a Santarén es, sin duda, una de esas joyas de teatro joven y fresco que conserva el sabor de la tragicomedia clásica y los antiguos comediantes. Un montaje veraz, valiente, sencillo y acertado, llevado a cabo por una nueva generación de actores impecables. Fue un verdadero gusto poderla disfrutar en la reproducción del corral de comedias de la madrileña Cuesta de Moyano. Si les gusta el teatro, no se la pierdan. Quedan dos funciones.

Crítica realizada por Susana Inés Pérez

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