La ópera Rodelinda de Georg Friedrich Händel llega a Barcelona para encandilarnos en un dulce viaje a la bella sonoridad barroca. Una ópera llena de grandes momentos y grandes voces que sorprenden al respetable en un prodigio musical.
Considerada uno de los títulos más importantes del periodo británico del compositor, esta coproducción entre el Gran Teatre del Liceo, el Teatro Real, la Opéra de Lyon y el Oper Frankfurt fue todo un éxito de crítica y público en su estreno en Madrid (no te pierdas la crítica de Moisés C. Alabau), así como en Lyon, y ahora llega a Barcelona bajo la dirección de escena de Claus Guth y la batuta de Josep Pons.
El trono de Bertarido ha sido usurpado por Grimoaldo, lo que provoca la fuga de Bertarido en el extranjero, dejando atrás su esposa, Rodelinda, su hijo Flavio y su hermana Eduige. Ahora devuelve disfrazado, habiendo hecho circular un informe falso de su propia muerte. Mientras tanto, Grimoaldo, a pesar de estar comprometido con Eduige, busca el amor de Rodelinda.
Este maravilloso drama en tres actos con libreto de Nicola Francesco Haym y música de Georg Friedrich Händel, deja al público absorto por su fantástica partitura, las sorprendentes voces de sus principales y una gran e imponente escenografía.
Encabezando el reparto, Lisette Oropesa debuta en el Liceu y también en el papel de Rodelinda. Su mágica facilidad en el canto, la asombrosa proyección de la voz (realmente, fue la mejor en ese sentido) y la preciosa coloratura de la voz de la soprano, hace que caigamos rendidos a sus pies en un personaje que, prácticamente, no desaparece del escenario. Pocos momentos son los que la cantante tiene de descanso entre escenas y, la verdad, cada vez que desaparece, deseamos que vuelva a aparecer. Junto a ella, el contratenor Bejun Mehta, encarna su marido Bertarido, quien asombra al público cada vez que llega a escena. No me extraña que sea uno de los contratenores más aclamados del mundo, puesto que su control vocal es perfecto y nos deja sin aliento. Solo queremos perdernos en su sonido. Pero el sueño llega de forma música cuando se forma el dueto. ¡Delicioso!
Compartiendo escenario podemos disfrutar también de la mezzosoprano y reciente ganadora de un Grammy Sasha Cooke y el tenor Joel Prieto, quienes debutan en los roles de Eduige y Grimoaldo respectivamente. Sus apariciones estelares, nos dejan con ganas de más. Pero, si alguien que merece una mención especial en esta ópera es Fabián Augusto Gómez, quien interpreta a Flavio, hijo de Rodelinda y Bertarido. Sin abrir la boca, sin articular palabra, solo con su acting nos hipnotiza. No podemos dejar de buscarle.
Hay que destacar también la escenografía de la ópera. El prestigioso director de escena alemán Claus Guth plantea una espectacular escenografía que emula una antigua casa de la época de Händel en Londres. Una estructura giratoria que asombra por su eficiencia y versatilidad para albergar la total historia adaptada a esta escena.
Y por último, destacar la gran partitura de Rodelinda la cual encandila por su sutileza y por las arias típicas del Barroco en la que destaca el dueto romántico de Rodelinda y Bertarido al final del segundo acto: “Io t’abraccio”. La Orquesta Sinfónica del Liceo liderada por Josep Pons, muestra una gran su versatilidad afrontando el reto de un programa barroco con un formato orquestal de 36 músicos y con un exhaustivo trabajo estilístico.
Rodelinda es una de esas óperas barrocas imprescindibles que nos mantienen enamorados de principio a fin. Ya sea por sus personajes, por su sonoridad, sus voces o su escenografía, es un must que cualquier amante de la ópera debe ver. Y es que, esta temporada, el Gran Teatre del Liceu está poniendo el listón muy alto.
Crítica realizada por Norman Marsà