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30.03.2017 Críticas  
La sorprendente excelencia barroca

El Real vuelve a arriesgar con una ópera distinta. Por primera vez llega Rodelinda a España. Una ópera tremendamente barroca, tocada con instrumentos únicos y con una tesitura de voz especial. Una apuesta que sale ganadora. Un dulce viaje.

Recrear una música compuesta hace más de trescientos años y dotarla de la belleza necesaria es una empresa titánica. George Friedrich Händel compuso esta ópera que hasta este momento no se había representado en nuestro país. Esta nueva coproducción del Teatro Real con la Oper Frankfurt, la Opera National de Lyon y el Gran Teatre del Liceu cuenta con la dirección musical de Ivor Bolton y la dirección escénica de Claus Guth.

Rodelinda es la reina de los lombardos. Una serie de envidias y tramas de poder le harán creer que su marido el rey ha muerto. El hermano del rey entonces le pedirá matrimonio. Rodelinda, esposa fiel hasta más allá de la muerte accede a la petición con la condición del que el postulante asesine a Flavio, el hijo de Rodelinda y del “fallecido” rey. Esta es a grandes rasgos la historia de esta fascinante ópera. Una historia de lucha de poder y de ambición inmoral. Una ópera que realza la lealtad y la fidelidad en un ambiente hostil que más se parece a “Juego de Tronos”.

Lo interesante de esta propuesta es que todo lo veremos a través de los ojos de Flavio, el hijo pequeño de los monarcas. A través de sus dibujos, sus pesadillas. Un acierto que mantiene el interés durante las más de tres horas que dura la representación. La escenografía es de una belleza blanca impoluta. Una gran casa que gira y gira. Veremos las estancias simultáneamente y veremos los dibujos del pequeño en las paredes de la misma. Una increíble iluminación hace el resto.

Hace no mucho hablábamos de la impresionante orquesta y coros que nos erizaron el vello en “Billy Budd”. Ahora nos encontramos con una ópera totalmente barroca, sin coros. Una música basada en sonidos de instrumentos casi de cámara. Ivor Bolton ha obrado el prodigio musical. Ha integrado en la orquesta una serie de increíbles instrumentos que suenan casi mágicamente. Y luego nos encontramos un reparto en estado de gracia. No puede ser nada fácil encontrar cantantes capaces de interpretar con las tesituras requeridas de Händel. Lucy Crowe en su papel de Rodelinda está sublime y Bejun Metha hace un Bertarido que deja sin aliento. Sus duetos son de una belleza que encoge el alma. La platea se congela escuchándoles.

Los primeros minutos de Rodelinda me soprendieron, los siguientes minutos me paralizaron, lo que vino después me sobrecogió. Belleza y más belleza ante mis asombrados ojos. En momentos así es cuando la ópera se escribe en mayúsculas. Rodelinda es un prodigio escénico y musical. Un dulce viaje al barroco.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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