novedades
 SEARCH   
 
 

24.04.2017 Críticas  
Recuerdos entre el dolor

El teatro es un instrumento infalible para estimular la mente, la imaginación y la razón. La función que se representa en la Sala principal del Pavón Kamikaze es de esas que deja poso. La intensidad y la temática remueven la platea. Blackbird noquea y acaricia a la vez.

Blackbird es uno de los textos contemporáneos más exitosos. David Harrower ha cosechado elogios por allá donde se ha representado su texto. Irene Escolar adquirió los derechos del mismo y con Carlota Ferrer en la dirección han montado una función dura, con ritmo de thriller, con mucho sabor a cine y con interpretaciones que hacen equilibrios en el filo de un bisturí.

Sin destripar el argumento, Blackbird empieza con la llegada de Una al puesto de trabajo de Ray. Una visita totalmente inesperada e incomodísima para Ray. Él la lleva a la sala de descanso de la empresa, una sala fría, no muy bien cuidada, más bien sucia y dejada. En la tensa discusión que se provoca, descubriremos que estos personajes hace quince años que no se ven. Que Una ha hecho un largo viaje para decirle algo a Ray, para recriminarle algo, para satisfacer sus deseos, para buscar respuestas, para saber razones. Lo que ocurrió entre ellos siendo Una una niña de doce años les cambió las vidas para siempre, pero hay que cerrar ese capítulo. Hay que poner el epílogo al suceso. No voy a desvelarles más.

La escenografía es de una belleza sorprendente. Un escenario que recrea dos mundos. El frío e impersonal mundo de la sala donde se desarrolla el incómodo encuentro y la recreación de una ciudad en miniatura, donde el pasado cobra vida. La búsqueda de las razones y los motivos lleva inevitablemente a un relato del pasado. Ese relato pasa de la dureza a la dulzura en segundos. Nunca antes “Angel” de Robbie Williams me estremeció tanto. Iluminación y proyecciones consiguen una atmósfera atenazante.

Pero si algo hace que esta historia y esta función sean memorables son los dos intérpretes que se dejan vapulear sin escrúpulos, a tumba abierta por un texto que es de una digestión muy pesada. Irene Escolar como Una y José Luis Torrijo como Ray están simplemente impecables. Irene tiene un magnetismo indescriptible, algo hay en su voz, en su gesto, en su mirada que consigue que no le quitemos ojo. Su personaje es misterioso. ¿Qué intenciones lleva? ¿Cuánto hay de odio y cuánto hay de amor? ¿Hay resentimiento o deseo? Son tantos los matices de esa mujer que no puedo más que asombrarme ante el esfuerzo de Irene en escena.

José Luis Torrijo tiene un personaje complicadísimo. A priori deleznable, pero que nos seducirá con su confesión. Sus motivos puros, carentes de maldad. Desconozco como entrará y saldrá de ese personaje. Intuyo que el trance es doloroso.

Todo el montaje acumula tensión y suspense. La electricidad y el deseo van descendiendo del escenario hacia la platea. Por entre las piernas de los espectadores va tejiéndose una maraña de estupefacción. Por momentos somos Una, por momentos somos Ray, por momentos hemos de dejar todos nuestros prejuicios y convicciones morales aparcados. Por momentos queremos juzgar, por momentos queremos entender, por momentos queremos bailar con ellos, por momentos queremos sentir lo que sintieron, por momentos estamos perdidos, por momentos queremos respuestas, por momentos no las queremos. El final es un puñetazo en el estómago. Por ponerle una objeción y en mi opinión, diría que la proyección final le resta impacto a todo el conjunto.

Han pasado días desde que vi la función. Escribo hoy con recuerdos de sensaciones. Sensaciones que no se olvidan pues todo en Blackbird es para que se te quede mucho tiempo dentro. Pienso repetir antes de que terminen en el Kamikaze, necesito sumergirme en ese universo de nuevo.

El teatro es esto. Remover, incomodar, provocar. No se me ocurre mejor propuesta en estos momentos que dejarse zarandear por Irene, José Luis y Carlota. Sean valientes. Dejen el miedo en la puerta del teatro. Desnudos de ley atrévanse a emitir juicio.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES