Con una puesta en escena tenebrosa, delicada y de profundo calado psicológico, Del Arco revisa la historia del traicionado príncipe danés, interpretado por Israel Elejalde. Tras agotar localidades la pasada temporada, esta coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Kamikaze desembarca en El Pavón Teatro Kamikaze.
Vuelve un texto fundamental de la historia de la dramaturgia en versión de uno de los directores contemporáneos más aplaudidos de nuestra escena. HAMLET, la gran tragedia de William Shakespeare revisada y dirigida por Miguel del Arco para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que la pasada temporada agotó todas las localidades antes de su estreno, podrá verse de nuevo en Madrid. Será en El Pavón Teatro Kamikaze durante cuatro únicas semanas, del 9 de febrero al 5 de marzo.
Cuando Helena Pimenta, directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, propuso a Del Arco abordar un texto capital del teatro universal, este escogió HAMLET poseído por el espíritu suicida marca de la compañía Kamikaze. El director de escena desafía el canon interpretativo tradicional para plantear una versión poliédrica y desestructurada de la tragedia de Shakespeare, donde el respeto por el verso original no está reñido con valientes y expresivas actualizaciones. “Enfrentarse a HAMLET tiene algo suicida, lo que no es una mala premisa de partida ni para mí, que soy un Kamikaze, ni para el Príncipe, cuya conciencia anhela en no pocas ocasiones darse muerte para dejar de sufrir”, explica Del Arco.
Con un reparto de siete intérpretes liderados por Israel Elejalde y una puesta en escena dominada por una cama, proyecciones en vídeo y una cortina que se abre y se cierra indistintamente, Del Arco reescribe la historia del traicionado y atormentado príncipe danés. Y lo hace con una versión heterodoxa, tenebrosa y de profundo calado psicológico, capaz de transmitir tanto el dolor y el terror como los impulsos homicidas y el ansia de venganza del desconsolado y atormentado protagonista.
Un príncipe al que da vida un Israel Elejalde a pecho descubierto que deambula con sus contradicciones y fantasmas por un escenario que, a ratos, podría funcionar como una prolongación de su propia mente. “Decía John Gielgud que Hamlet es una obra tan inconmensurable que hasta que no llevas unas cincuenta funciones no empiezas a saber qué es exactamente lo que estás haciendo. Estoy de acuerdo”, explica Elejalde. “Hablar de Hamlet conlleva muchas dificultades. Es un personaje brutalmente contradictorio, un compuesto de contrarios. Es un trágico que se convierte en humorista, un cuerdo loco, un humanista violento… Como explicaba T.S. Eliot, la locura de Hamlet es algo menos que locura y algo más que fingimiento. En esa línea hemos trabajado Miguel y yo”, dice el actor. En escena le acompañan Ángela Cremonte (Ofelia), Cristóbal Suárez (Laertes/Rosencratz/ Fortinbrás), José Luis Martínez (Polonio/Enterrador/Osric), Daniel Freire (Claudio), Jorge Kent (Horacio/Guildenstern/Reinaldo/Enterrador 2) y Ana Wagener (Gertrudis).
El HAMLET de Del Arco abraza la locura y la ironía como las formas más nobles de dar sentido a su existencia, aun cuando eso supone renunciar al amor verdadero, rebelarse contra un nuevo monarca, repudiar a una madre que ya no reconoce como tal o batirse en un duelo de esgrima florete en mano. “Me muero, me muero. Estoy muerto”, dice HAMLET.
Con su sobrecogedora carga dramática, HAMLET va un paso más allá en la línea de investigación teatral de Miguel del Arco. Venta de entradas aquí