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07.03.2023 Críticas  
Una obra excelentemente cuidada en todas sus vertientes

Jordi Galceran presenta su nueva obra teatral, FitzRoy, en el Teatre Borràs de Barcelona. La obra, dirigida por Sergi Belbel y interpretada por Sílvia Bel, Sara Espígul, Míriam Iscla y Natalia Sánchez, narra la historia de cuatro alpinistas que tratan de hacer historia siendo las primeras mujeres en escalar uno de los picos más complicados del mundo en la Patagonia sud.

Cuatro escaladoras están a media ascensión del Fitzroy, una montaña situada en el campo de hielo de la Patagonia sur, entre Argentina y Chile, una de las vías de escalada más complicadas del mundo y nunca lograda por una cordada femenina. El mal tiempo las ha hecho parar y, mientras esperan que las condiciones mejoren, arrecerades en un saliente de la roca, surgen problemas inesperados que las hacen dudar de si salir adelante la ascensión o rendirse. Continuar significaría asumir riesgos que no habían previsto y que pueden poner en peligro sus vidas, rendirse seria renunciar a la posibilidad de lograr un hito que quizás no podrán repetir nunca.

Galceran nos presenta un texto magnético con el que rendirse en la butaca y disfrutar sin fisuras. Una historia que alterna el drama y la comedia en cuestión de minutos y que nos sorprende con un aire fresco y desenfadado mientras cuatro escaladoras se enfrentan a su mayor logro. Diálogos ágiles, ácidos y ingeniosos calan en el público que los replica en una noche llena de risas y carcajadas.

La dirección de Belbel es sencillamente excelsa. El fraseo, las pausas, cómo se entrega el texto al público expectante… una genialidad que, apoyada en sus cuatro intérpretes, nos deja sin habla desde el inicio hasta el final; en el que nos ponemos, junto a la mitad del teatro, en pie en los primeros aplausos; llegando a los 5 saludos.

En la parte de la interpretación, Sílvia Bel, Sara Espígul, Míriam Iscla y Natalia Sánchez presentan cuatro personajes entrañables, llenos de fuerza y de una personalidad arrolladora. Personajes que nos muestran a mujeres reconocibles que luchan por su sueño hasta el final. Llenas de positividad e ímpetu por conseguir su hito pero, a su vez, rebosantes de orgullo, mentira y miedos. Personajes pintados de realidad en los que nos podemos identificar fácilmente desde las butacas, cuyas almas translucidas hacen que nos importen y que las queramos; aunque las mentiras llenen sus bocas en más de una ocasión.

En la parte técnica destacar la escenografía diseñada por Josep Iglesias y Max Glaenzel, construida por Jorba-Miró, que nos lleva a una realista faldas intermedia del pico a escalar; y la cambiante iluminación diseñada por Kiko Planas que nos acompaña sutilmente a lo largo del paso del día.

De nuevo Bitò nos presenta una producción excelentemente cuidada en todas sus vertientes. Una obra de la que sales reconfortado del teatro y que no dudas en recomendar a amigos y familiares mientras en la comida familiar del domingo les pides jugar a la frase maldita. Venga, empiezo yo: «Volveré al teatro a disfrutar de FitzRoy porque es una obra…».

Crítica realizada por Norman Marsà

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