Jordi Galceran presenta su nueva obra teatral, FitzRoy, en el Teatre Borràs de Barcelona. La obra, dirigida por Sergi Belbel y interpretada por Sílvia Bel, Sara Espígul, Míriam Iscla y Natalia Sánchez, narra la historia de cuatro alpinistas que tratan de hacer historia siendo las primeras mujeres en escalar uno de los picos más complicados del mundo en la Patagonia sud.
Tras su paso por la Sala Flyhard (2018) y el Teatre Poliorama (2021), Ovelles, obra de Yago Alonso y Carmen Marfà, se presenta en el Teatre Borràs de Barcelona para iniciar un verano lleno de risas con un texto que evidencia la frustración de una generación urbanita e insatisfecha con su estilo de vida. ¿Quién no ha pensado en dejar todo y mudarse al campo?
Shakespeare siempre es y será Shakespeare. Apostar por un montaje con los textos y las historias del dramaturgo inglés es prácticamente siempre apostar seguro. Y, en esta ocasión, al acierto de la elección de Afanys d’amor perduts, además se suma el interés de ver una versión en una época diferente (como ya hiciera para cine Branagh 18 años atrás).
La Sala Flyhard acoge un texto de Yago Alonso y Carmen Marfà. Ovelles explica en clave de comedia cómo una herencia puede llegar a evidenciar la frustración latente de una generación urbanita e insatisfecha con su estilo de vida. La unidad o desunión fraternal y familiar servirán de ejemplo para repasar los estragos de la crisis del individuo y la recesión económica.
Dice una de las estrofas del tema ‘Under Pressure’ de Queen que entre las cosas que crean presión en esta vida está el pánico a conocer de qué va este mundo. Y que por eso, uno se gira de espaldas a todo, como un ciego, sentado en una valla, pero que eso no funciona.
Ivànov es la historia de un hombre atrapado entre el fin de un mundo y el miedo a vivir. Solo, desagradado de todo y de todos, antipático y lúcido. La primera pieza ‘mayor’ de Chéjov, el primer Chéjov de Àlex Rigola.
Ser o no ser atractivo es importante para mucha gente. Y hoy día más que nunca, pues vivimos en un mundo que nos bombardea con la importancia de la extrema delgadez y el aspecto físico. La cuestión es: ¿Hasta dónde nos puede llevar nuestra obsesión con el físico? ¿Somos capaces de valorar a las personas por su interior más que por su apariencia?