novedades
 SEARCH   
 
 

26.04.2021 Críticas  
El cabaré de los pobres

Allá donde quiera que esté, Manolita Chen debe estar muy contenta de haber vuelto al Teatro Circo Price de Madrid con este cuento chino que José Troncoso ha creado en su honor. Una combinación de teatro, circo y cabaré diseñada con hondura, tejida con creatividad y expuesta con despliegue de emociones. Risas compartidas, bravos unísonos y aplausos en pie.

Hay nombres que permanecen en el imaginario sin saber muy bien porqué, plenamente descontextualizados de las coyunturas en que surgieron, convertidos en un manojo de tópicos. Manolita Chen y su Teatro Chino, tanto por separado como unidos, el Teatro Chino de Manolita Chen, son parte de ese amplio grupo de olvidados de un tiempo al que en demasiadas ocasiones miramos con distancia y altanera superioridad. El ego del aquí y ahora nos engulle. Hasta que llega una mirada amable, una intención empática y una visión agradecida como la de Troncoso consigue no solo hacernos gozar durante hora y media, sino contagiarnos de la humildad y el reconocimiento que debemos a quienes nos han permitido ser quienes somos.

Pero los logros no llegan por ciencia infusa. La síntesis de cómo surgió allá por la década de los 50 del siglo pasado, en qué consistía y como llegó a su fin más de treinta años después aquel «Piernas, mujeres y cómicos para todos ustedes, ¡simpático público!«, el eslogan con el que esta vedette y empresaria se dio a conocer, es un trabajo que toma forma con una grácil, hábil y funambulista dirección de los elementos que componen un espectáculo de artes vivas.

El texto, también de Troncoso, va desde lo más íntimo y auténtico, aquello a lo que solo tenemos acceso a través de la suposición de la ficción, a lo más extrovertido, recreado unas veces con las alaracas propias del mundo del espectáculo y otras con las de la cara humana que, por norma, queda reservada solo para los más cercanos. Las escenas se encadenan con una fluidez total, no hay cortes narrativos gracias a las elipsis temporales resultado de las coreografías y el movimiento continuo ideado por Luis Santamaría, la música original de Mariano Marín y los cambios de vestuario e iluminación diseñados por Vanessa Actif e Ion Aníbal.

Responsable también ella de una escenografía que cumple a la perfección su triple cometido de ejercer como teatro, circo y cabaré y que el segundo hace que resulte la expresión de la personalidad de su protagonista, el lugar de trabajo de la compañía que formó junto con su marido y el espacio de sueño, ilusión y fantasía que concibieron para los muchos espectadores que les visitaban allí donde instalaban su carpa.

Un universo al que nos trasladan las interpretaciones de Pepa Zaragoza, Nacho Vera, Isa Belui, Luigi Belui, María Jaimez y Chema Noci (quien también es responsable de las excelentes caracterizaciones de todos ellos). La energía que despliegan es la propia de los montajes de su director (he ahí Lo nunca visto, La cresta de la ola, Ferretería Esteban o Las princesas del Pacífico). Actores comprometidos con sus personajes y entregados a su público, a cuanto sea necesario no solo para hacerles disfrutar durante la función, sino para generarles un recuerdo que les siga haciendo sonreír cada vez que recurran a él o este les asalte.

Merece mención especial Pepa Zaragoza por los múltiples matices que le da a su genial encarnación de Manolita Chen y por la manera tan lograda de desplegar su evolución y crecimiento personal y profesional. Y no puedo dejar de destacar la comedia que destila Nacho Vera encarnando a su devoto y fiel esposo, el señor Chen. Pena que Manolita Chen haya estado en la cartelera solo tres días. Productores de Sanra Produce, muévanse para que esta obra sea conocida. Gestores de Teatro Circo Price, háganle hueco en su programación, este cuento chino y ustedes están hechos el uno para los otros.

Crítica realizada por Lucas Ferreira

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES