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07.09.2020 Críticas  
El poder transformador del arte

Acierto absoluto del Teatro Español reabrir con un montaje que habla de la fuerza transformadora del arte. Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban), esperpento musical maño creado por José Troncoso con unos enormes Jorge Usón y Carmen Barrantes, es un antídoto contra la pandémica realidad.

Esteban y Marigel tienen una ferretería, Esteban y Marigel son felices en su rutina, con su vida ordenada, recibiendo a sus clientes, contando la caja diaria. Lo tienen “todo”. Una noche deciden salir de su mecánica rutina para acudir al teatro. Ahí todo cambia. Esteban es poseído por el arte, la música. Todo su potencial estalla y desde entonces nada es como antes. Esteban necesita expresarse, canta, baila, se desata. Marigel no entiende nada e intenta lidiar con ese volcán en erupción en que se ha convertido su antes anodino marido. Nada vuelve a ser igual, solo ha hecho falta un momento para que todo se transforme.

José Troncoso es un hábil creador de personajes al límite de la políticamente correcta razón y en el borde del saber estar. Sus Princesas del Pacífico, o sus tres deslumbrantes mujeres de Lo nunca visto son un claro ejemplo de ello. En esta creación vuelve a presentarnos a unos personajes que con la caricatura enamoran, por su verdad, por ser tan intencionadamente perdedores que cómo no te vas a encariñar con ellos. Partiendo del humor se teje un drama que agarra las tripas del espectador para dejarle con la carcajada en el aire.

La historia, fundamentada en un texto y dirección con el inconfundible sello Troncoso, cuenta además con un par de actores de los de quitar el hipo. Carmen Barrantes y Jorge Usón. ¿Qué se puede decir de dos grandes? Pues poco, más que afirmar que estamos ante dos portentos de la escena. Mantener el tempo cómico y dramático, la gestualidad. ¡Y además cantan! Si, porque es que esto para rizar el rizo es un musical, con piano de cola en escena. Con canciones a lo Kurt Weill y jotas aragonesas. Nada puede salir mal de esa mezcla. La música compuesta por Mariano Marín e interpretada en escena por Néstor Ballesteros es una delicia.

El poder transformador del arte, de cualquier expresión artística, no es cosa a despreciar. Todos en algún momento hemos sentido ese pellizco, esa emoción que nos sube a la garganta, esos pies que se nos van, esa lágrima que acaba brotando involuntariamente. No se puede vivir sin arte, sin teatro, sin música. De ahí que después de tantos meses sin acudir a un teatro, no se me ocurre mejor propuesta que ir a comprar unos tacos del cuatro a la Ferretería Esteban. Saldremos sin tacos pero con alas, con ganas de comernos el mundo, de plantarle cara a la vida, de que nadie nos impida expresarnos, de lanzarnos a un volcán en llamas, de vencer miedos, de ser nosotros mismos.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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