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03.01.2018 Críticas  
Gran puesta en escena para una sátira salvaje

La crueldad detrás de la carcajada. Rémi de Vos es un autor escarnecedor y sin miramientos y los de Obskené lo han entendido a la perfección. Lo que podemos ver en Baixos22 del Teatre Tantarantana es una burla a bocajarro al fanatismo desaforado y conservador con unos intérpretes de excepción.

El texto es ya de por sí corrosivo pero es que la apuesta por llevarlo al límite le da un toque irresistible y, a la vez, amargo. No hay banalización posible y todos los implicados parecen haberse lanzado a la piscina del juego más macabro y la verdad es que ganan la partida con un material que sabe cómo hacer de la redundancia una de sus mayores virtudes. Una muy buena traducción de Mònica Bofill y Ramon Minoves consigue que el ritmo narrativo y la aproximación lingüística para cada personaje sean inmejorables, tanto para su caracterización como para su adecuación dentro del tono escogido.

Ricard Soler i Mallol sale airoso del difícil pulso que el autor mantiene con cualquier director escénica que se atreva con su pieza. Su adaptación sabe cómo hacer alusión a una realidad local aplastante manteniendo el recorrido original sin desviarse ni reducir ni el contenido ni el punto de vista ideológico a una cuestión nacionalista. No se nombrará a la ultraderecha en ningún momento pero los valores retratados, ese anquilosamiento en un “esto es así porque siempre lo ha sido y yo estoy en lo cierto y tú no, seas mujer, objeto, cosa o extranjero que quizá lleve más tiempo en este mundo y tengas derecho a reclamar tu tierra pero no te lo voy a dar y no voy a parar hasta aniquilarte” no dan tregua.

El vestuario de Eli Siles es realmente espectacular. Hay una especie de acuerdo estético entre esta disciplina, la caracterización de Rut Fulgado, el espacio sonoro de Guillem Gefaell y el diseño de escenografía, iluminación y vídeo de Adrià Pinar y Víctor Peralta que confiere a este montaje de Alpenstock de señas de identidad propias. Esto se convierte en un detalle importante, ya que se demuestra que un texto puede afrontarse desde múltiples vertientes y eso no le quita valor sino que suma. Y en esta propuesta, como vemos, todo suma. Entre el guiñol y el cartoon, el uso de colores y texturas, entre el cartón piedra y el plástico. Un colorido desbordante de expresividad y una elección de canciones que están en nuestro imaginario y cuyas letras enfatizarán la sátira a la vez que abrirán ventanas a la reflexión sobre su responsabilidad a la hora de asentar valores y conseguir seguidores acérrimos que siguen sin pensar en el porqué. Un decorado que se transforma y a la vez permite a los actores que se muevan por el espacio con el aire suficiente y que incluye y facilita la interacción con el público termina de redondear la propuesta.

Y por supuesto, las interpretaciones. Los tres integrantes del elenco se entregan con energía, talento y generosidad. Cada uno a su manera sabe cómo hacer llegar tanto el texto como cada ironía, hasta la más sutil, a través de la palabra. En contraste, su expresión y trabajo corporal, incluso inflexión vocal, debe acercarse a la de un hiperbólico y anfetamínico dibujo animado. Difícil y conseguidísimo reto. Hablábamos antes de guiñol y cartoon. Mímica, ralentización del tiempo, trabajo corporal, playback, interacción con el público, capacidad para hacer que el texto llegue a pesar de todas las peculiaridades aproximativas… La transformación que realizan a través de las piezas de vestuario y el uso de antifaces es impresionante.

Armand Villén, Lara Salvador y un enorme Enric Cambray saben como mantener el tono in crescendo de la farsa hasta llevarnos a ese final que nos deja in media res gracias a un impecable golpe de efecto escenográfico.

Finalmente, que a día de hoy nos sigamos topando con un autor como Rémi de Vos en nuestra cartelera es un síntoma de que las artes escénicas todavía cumplen con una función muy importante como espejo de una sociedad tan imperfecta como enajenada por su propia visión de del mundo. Un universo reducido a su mínima y regresiva expresión que en manos de los aquí presentes se convierte en un material dramático de primera categoría.

Crítica realizada por Fernando Solla

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