Cada uno tiene sus pequeñas señales que le avisan de que el Festival Grec de Barcelona ya está aquí. Para alguno es la primera función en el propio Teatro Griego, para otros su primer concierto, o sencillamente el calor que hace estos días. Personalmente, desde hace ya tres años, noto que llega el Grec porque se presenta EL MUSICAL PARTICIPATIU.
Se trata de un evento preparado durante semanas por un coro de 120 cantantes aficionados, hombres y mujeres que no se dedican normalmente a esto de cantar y actuar, pero que son apasionados del teatro musical. Bajo la dirección escénica de Xavier Casan y la dirección musical de Óscar Peñarroya, se suben al escenario y desgranan éxitos de Broadway y el West End, junto a una orquesta de siete integrantes (Josep Buch, Jordi Castellà, Momo Furukawa, Jordi Gómez, Jordi Herreros, Roger Julià i Francesc Puig) que, por cierto, suena impecable.
El año pasado hubo cambios. Tras una primera edición dedicada a éxitos bien conocidos por los asistentes, la edición 2014 estrenó un nuevo repertorio que sacaba a la luz temas de obras más nuevas, en su mayoría musicales que aún no se han estrenado en España y que en muchos casos el público escucha por primera vez. Este es el repertorio que se ha utilizado también este año, con el que se crea una sinergia diferente: con los hits conocidos, el espectador tiene una emoción ya asociada a muchas de las canciones, y quizás se fija más en la interpretación o la traducción. En este caso la atención es total: todo es nuevo, todo es un misterio, todo impacta como si nunca lo hubiera hecho.
Se mantiene, respecto al año pasado, la pareja de solistas que acompaña al coro, que en ocasiones toma en exclusiva el primer plano de la actuación y otras se une al conjunto. Mariona Castillo tiene una carrera bastante conocida (“Mamma Mia”, “Limbo”, “Mares i filles”), y poco hay que decir de ella: brilla sobre todo en “Can’t take my eyes off you” (“Jersey Boys). Quizás sorprende más Jordi Vidal, que aunque tiene una trayectoria extensa y solvente (“The Full Monty”, “The Black Rider”, “T’estimo, ets perfecte… ja et canviaré”), no posee entre el público una imagen tan preconcebida; Jordi asume algunas de las papeletas técnicamente más difíciles del concierto, desde el rap denso de “En Washington Heights” (“In the Heights”) a los agudos de “Oh, What a night” (“Jersey Boys”), con una soltura que deja claro por qué de eso se encarga un profesional.
Son dos de los temas destacados de la velada, en los que se lucen especialmente los solistas, junto a una selección de canciones del musical “Parade” de Jason Robert Brown. Donde el coro brilla es en un par de temas de “Matilda” (“Trapella” y “Rebels i fastigosos”) así como en los ritmos gospel de “Va, corre, va”, de la ácida “Urinetown”. Pero sobre todo en una canción con aires irlandeses sacada del musical “The Lord of the Rings” (“El gat i la lluna”), donde directamente toma las riendas del espectáculo, y antes de eso en los tres números del “Titanic” de Maury Yeston (“És aquí”, “He de pujar en aquell vaixell” y “Adéu-siau, Titànic!”). No sólo logran una interpretación tan hermosa como conmovedora, sino que el coro consigue hacernos creer que sus 120 personas están despidiendo realmente a un inmenso barco invisible del que todos conocemos el aciago destino.
La función se acaba, como ya es costumbre en esta cita anual, con una versión de “Seasons of love” (“Rent”) traducida al catalán por César Aparicio y que cantan coro y solistas junto al propio público. La experiencia es catártica, llegados ya a ese punto de la obra, y resulta difícil para todos quedarse sentados en las localidades. Muchos salen de la sala buscando a los miembros del coro, más que a los solistas, para felicitarles por su buen trabajo. Otros, se prometen que al año siguiente se apuntarán ellos, para poder pasar por la experiencia desde dentro.
La fiebre del Musical Participativo se ha extendido ya a otras ciudades, como Madrid. La próxima oportunidad para disfrutar de este programa será en Tarragona, el 17 de julio, con un coro distinto. Incluso si ya se ha visto el espectáculo, la experiencia será diferente. El musical a pie de calle, el musical, en las venas. ¡Oh, qué gran noche!
Crítica realizada por Marcos Muñoz
