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09.07.2015 Críticas  
Sudor, barro, baile y extenuación

Asombro absoluto ante la arriesgada adaptación de la mítica película de Sidney Pollack. La película retrataba la desesperación de muchos americanos, durante la Gran Depresión, que en el afán de ganar un premio se apuntaban a unos concursos de baile en los que ganaba la pareja que más horas se mantenía bailando, llegando a la extenuación absoluta, más allá de lo ético y humano.

El proceso de adaptación de ese excelente largometraje ha sido largo y deduzco que de una exigencia inusual. La propuesta que se ha estrenado en la Sala Max Aub de las Naves del Matadero y que se ha representado solo dos veces, consigue cotas pocas veces alcanzadas en los montajes recientes.

El hecho de que cada representación sea distinta, el imprevisible azar que juega aquí un papel fundamental en el desarrollo de la historia, hace que todos y cada uno de los actores tengan que estar al cien por cien, todos bailan para ganar, y al principio de la representación ninguno sabe con quién bailará, en qué momento podrá ser eliminado o si llegará a coronarse vencedor del macabro concurso.

La escenografía es impactante, un reflejo de la América hundida y desesperanzada de los años 30. La tierra que poco a poco se va empapando del sudor de los participantes y que acaba siendo barro que cubre por completo a los exhaustos bailarines, consigue un clima sucio e inquietante, se puede mascar la tierra en la boca de los concursantes, se huele el sudor y la ansiedad.

Desde el primer momento impacta el arranque de la obra, las presentaciones de los concursantes, el personaje del maestro de ceremonias y las canciones interpretadas de manera desgarradora, de ahí en adelante todo es un libro en blanco en el que el azar determinará el desenlace.

La tensión que se vivió en la sala literalmente abarrotada, el silencio y la respiración contenida, el morbo por ver quién es el siguiente que cae eliminado, por ver literalmente quién muerde el polvo es tal que incluso resulta incomoda en algunos tramos, lo que da muestras de que lo que se ve es de un gran poder visual y estético.

Al final, como en la vida, unos triunfan y otros pierden, pero todos luchan a muerte por abrirse camino ante la adversidad.

No concibo que solo se hayan visto dos representaciones de este brutal espectáculo, confío en que pronto se anuncien más representaciones de lo que puede ser uno de los mejores montajes del año.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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