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13.04.2015 Críticas  
¿A quién traicionar, al amigo o a la idea?

Intensos momentos son los que se viven estos días en la Sala Negra de los Teatros del Canal. Dos personajes, amigos íntimos, compañeros de partido político, en los previos de una campaña de primarias para la elección de candidato, se enfrentan a algo que cambiará sus vidas para siempre.

El texto escrito por Ignasi Vidal derrocha tal verdad, que uno no puede dejar de pensar que no es una ficción lo que está contemplando. Las mentiras, estrategias y tramas que se van descubriendo son tan comunes en nuestros días, que ese combate entre esos dos buenos amigos va cargándose de una realidad inexcusable.

La obra crece y crece hasta momentos tan intensos que dejan sin aliento, el clima se torna denso y la tensión llega a ser eléctrica e incómoda.

Escenografía sobria que nos traslada rápidamente a una noche cualquiera en la que estos dos amigos, después de la que se supone una agotadora jornada, se encuentran en la sede del partido, y a medida que apuran trago a trago una botella de excelente whiskey, van soltando verdades que cambiaran por completo el destino de sus vidas y la de los que les rodean.

El caldo de cultivo para la catarsis está servido y bien preparado. ¿Hasta donde serán capaces de llegar estos dos “buenos” amigos? Lo que empieza como una distendida charla, acaba siendo un combate dialectico y de ideas que solo puede acabar con un ganador, y aquí está la intriga de este enorme texto, nada es lo que parece, y al final el ganador quizás es el más perdedor de todos, aunque esa conclusión dependerá mucho de nuestra catadura moral.

El duelo interpretativo es de altos vuelos, mi asombro y respeto por el gran trabajo que desarrollan tanto Daniel Muriel e Ignasi Vidal. Quizás el personaje de Daniel le permite a este registrar matices de intensidad brutal y el dilema al que tiene que hacer frente, le deja al personaje liberar la carga emocional. El personaje interpretado por Ignasi es quizás más transparente desde el principio y a mí me sorprendió menos su evolución, pero la interpretación está fuera de toda discusión.

La valentía con que se afrontan temas de tan candente actualidad es digna de aplauso, es necesario que el teatro nos enfrente cara a cara con la corrupción de la clase política, que nos haga reflexionar sobre donde ponemos nuestra confianza, que nos enfrente a nuestros ideales. Es necesario que a veces nuestras convicciones se tambaleen para poderlas construir desde la verdad. Ahora bien, ¿hay verdad en la política? ¿Queda algo de dignidad en aquellos a los que les damos el poder con nuestro voto? Preguntas como esta, y muchas más se quedan en la mente al abandonar la sala, cuando aun en el ambiente se huele la sangre derramada en esa lucha de gladiadores que se enfrentan a muerte.

No dejen de acudir a este combate único, actual y enriquecedor de mentes inquietas.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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