El contratenor Andreas Scholl realizó el pasado 10 de febrero un concierto atípico en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona. El cantante, especializado en música Sacra, abandonaba su fin profesional para interpretar un amplio repertorio que dejó al respetable con la boca abierta.
Para muchos, Andreas Scholl es el contratenor más importante del mundo operístico y no podemos más que afirmarlo al haber podido disfrutar del virtuosismo de su voz.
El concierto, titulado The Wanderer (El caminante), nos presentó varias piezas en un conjunto del romántico alemán y proto-romántico preparadas para evocar la atmosfeara de las íntimas veladas musicales de los salones del siglo XIX.
Compartiendo escenario, pudimos disfrutar del piano de Tamar Halperin; pianista israelí especializada en música barroca. Con un repertorio que abarca cinco siglos, Halperin ha actuado con solistas como Laurence Cummings y Idan Raichel. También ha participado en orquestas, incluyendo la Orquesta Filarmónica de Nueva York.
Scholl siempre ha estado fascinado con el «núcleo purista» de la interpretación histórica. Su carrera ha estado vinculada a la música de Händel y Bach; especialmente a la de este último en cuyo repertorio es considerado uno de los mejores intérpretes. Durante el repertorio que realizó en el Liceo, el cantante decidió alejarse de su repertorio habitual para adentrarse en los mundos de Haydn, Mozart, Schubert y Brahms.
El virtuosismo vocal y la aflautada voz del contratenor, presentaron un repertorio en el que no faltaron arias cercanas a su especialidad como el «Ave Maria», una pieza que funciona perfectamente con su voz. Sorprendente fue también la interpretación de «En Der Tod und das Mädchen, D. 531» (La muerte y la doncella, de Schubert); donde Scholl cantó las dos partes dialogantes de la partitura: la Virgen en su voz de contratenor habitual, y la muerte, como acompañamiento barítono. Todo un espectáculo.
Esa noche, el Liceo brilló para aclamar el tándem Scholl/Halperin. Un concierto de repertorio clásico que sorprendió gratamente al respectable quien no podía contener sus aplausos hasta estallar en un largo vítore 10 minutos en pie al final del recital.
