A Josep Maria Flotats cuesta verlo este siglo XXI en Cataluña. Vino en 2015 al Lliure con Serlo o no, el primer Grumberg que se representaba en España. De eso hace nueve años. Ahora, a petición de Josep Maria Pou, vuelve al Teatre Romea de Barcelona para traernos el combate ideológico entre dos de los grandes filósofos de la historia, Voltaire/Rousseau. La disputa.
«Roda el món i torna al Born». O casi. 33 años después de debutar con Flotats en el mítico Cyrano de Bergerac, Pep Planas vuelve a subirse a un escenario con él para encarnar a Jean-Jacques Rousseau, hombre de fe, polémico y polemista, conflictivo y contradictorio enfant terrible de la filosofía del siglo XVIII. Delante tiene a un Josep Maria Flotats (espléndido a sus 85 años, con 65 de carrera) que encarna al igualmente veterano Voltaire , gran abanderado de la Ilustración y del poder de la razón frente a la superstición religiosa.
Voltaire/Rousseau. La disputa es obra del francés Jean-François Prevand, que la estrenó a principios de los años 90 y que ha seguido reescribiéndola con los años; llega al catalán traducia por Salvador Oliva. Prevand empezó su trayectoria en 1970, precisamente con Voltaire’s Follies, el punto de partida de esta obra. Tenemos en escena un combate dialéctico entre dos de las figuras más importantes del periodo de la Ilustración, dos titanes con maneras de pensar y de presentarse muy distintas y relaciones con el poder contrarias, y sin embargo en cierta forma fascinados el uno con el otro, para bien o para mal.
La disputa es un tira y afloja en el que, principalmente, Voltaire aparece como hombre de luces y Rousseau más bien de tinieblas. Es fácil empatizar con Voltaire mucho más que con Rousseau, aunque incluso «el maestro» tenga también algunas contradicciones. Y sin embargo, a medida que avanza la trama y el diálogo entre las dos luminarias, su enfrentamiento intelectual adquiere otro tinte, cercano incluso a nuestros días, y que va más allá de sus planteamientos éticos y estéticos.
Voltaire/Rousseau. La disputa es una propuesta teatral donde brillan los actores a la manera clásica, con una profesionalidad a prueba de bombas, así como un texto compuesto a partir de los que escribieron los personajes para que hablen con sus auténticas palabras, y permitir escarbar en lo que decían y cómo lo decían desde un punto de vista tradicional pero con la visión de conjunto que permite la distancia. Esto va sobre todo de Voltaire y Rousseau pero, sobre todo, de cuestiones que incluso hoy todavía no hemos resuelto.
Crónica realizada por Marcos Muñoz
