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27.02.2024 Críticas  
Cucaracha con paisaje de fondo – Crítica 2024

La compañía Mujer en Obras presenta sobre las tablas del Teatro Quique San Francisco de Madrid la obra Cucaracha con paisaje de fondo, una maravillosa comedia negra escrita y dirigida por Javier Ballesteros que ha sido acertadamente galardonada con dos Premios Max como mejor autoría revelación y mejor espectáculo revelación.

El deseo de ser madre, la continuación de la especie o la extinción del ser humando son algunos de los temas que aborda este original espectáculo que combina verso y prosa y que está protagonizada por un maravilloso elenco que supone uno de los puntos fuertes de Cucaracha con paisaje de fondo. La acción transcurre en el interior de un balneario donde acuden a tratarse aquellas mujeres que no pueden quedarse embarazadas y que son cuidadas por tres peculiares enfermeras y un prestigioso doctor que no tiene ningún tipo de escrúpulos.

Escrita en prosa y verso a la vez, la comedia se mueve entre lo absurdo, una utopía perversa y una realidad mucho más que presente en la actualidad de lo que pudiera pensarse. El teatro no tiene que servir de manera única y exclusiva para entretener o distraer de la rutina, también debe ofrecernos la posibilidad de reflexionar y tomar conciencia y esto se logra gracias a la inteligente combinación de lenguaje directo, ácido y contundente con situaciones bastante cómicas y, muchas veces, realistas para construir una imagen del ser humano, ya sea como especie en un sentido biológico, o como individuo, en un sentido existencial. Cucaracha con paisaje de fondo nos invita a utilizar el teatro como espejo consiguiendo sugerir y debatir sobre si la maternidad supone alcanzar la completez como mujer y sobre otras interesantes subtramas como la eutanasia frente a una enfermedad terminal, el aborto o el contrasentido del juramento hipocrático. El conjunto se va desarrollando como un rompecabezas distendido donde todo está bien hilvanado por una flauta que evoca al más puro espíritu japones; Isabel Arranz ha compuesto la música que, sin ninguna duda, se constituye como un personaje más de la tragicomedia que sostiene la acción junto a esa especie de coro griego tan presente y necesario en momentos puntuales.

Uno de los puntos fuertes de este montaje es su magnífico elenco compuesto por seis actrices y un actor, muy bien dirigidos, que están acertadísimos en sus respectivos personajes. María Jáimez interpreta de forma genial una mujer a la que le han diagnosticado una enfermedad terminal, derrochando carisma y metiéndose al público en el bolsillo desde el principio de la función. En su primera aparición se enfrenta en un duelo dialéctico a June Velayos que interpreta a una paciente del balneario que lo que más ansía en la vida es tener una hija; transmitiendo a la perfección la locura y el tormento. Divertidísimas también Laura Barceló, Matilde Gimeno y Virginia de la Cruz dando vida a las tres enfermeras que cuidan a las pacientes, las tres con un desparpajo admirable y, al mismo tiempo, con una naturalidad que supone un acierto total; ésta última está estupenda representando a la jefa de las enfermeras, una mujer con mucho carácter y con pocos miramientos. Barceló y Gimeno se desdoblan también en dos de las pacientes, sacando un rasgo mucho más divertido. Completa el reparto femenino Eva Chocrón que se mete en la piel de uno de las personajes más peculiares de la obra para deleitarnos con una maravillosa vis cómica. Por último, el único hombre del elenco, Pablo Chaves saca lo mejor de sí mismo e interpreta al doctor destilando clase en cada uno de sus diálogos y sus movimientos. Destacar la química y la complicidad en todo momento.

Además de su fabuloso trabajo en la realización del texto, hay que elogiar a Javier Ballesteros en la dirección y la puesta en escena. A lo largo de los 95 minutos que tiene de duración, el ritmo fluye de manera constante, sin dar tregua al espectador, y las entradas y salidas de los personajes dotan al espectáculo de frescura y naturalidad. El director se apoya en la destacable escenografía de Pablo Chaves (responsable también del vestuario), actual, funcional y muy dinámica donde los actores se mueven como peces en el agua, estando completamente integrados en ella. Ha sabido aprovechar todo el espacio escénico para que la piscina central, como una especie de altar donde se entrecruzan las aflicciones de las mujeres, concentre toda la atención de los espectadores y espectadoras. Acertadísimo diseño de luces de Juan Seade que supone la combinación perfecta para la andadura de Cucaracha.

Valiosa reposición que ningún amante del teatro debería perderse.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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