La compañía Teatro de los Invisibles, bajo la dirección de Zaida Alonso, aborda en Contención mecánica una práctica todavía común en las instituciones psiquiátricas españolas, pese a su violencia e inhumanidad. La obra, que puede verse en el Teatro de Barrio de Madrid, tiene una estructura eclética entre el documento y la denuncia.
Como dice el performer, poeta, y activista Rafael Carvajal en el prólogo de la pieza, la contención mecánica es un eufemismo (“de mierda”) para ocultar un recurso que ha sido declarado como tortura o malos tratos por la ONU, y que consiste en inmovilizar, por horas o días, a las personas psiquiatrizadas con correas, sujetándolos por la cintura, la muñeca y los tobillos. La OMS ha llegado a afirmar que estas medidas son injustificables incluso en las situaciones más extremas. Sin embargo, en España la contención mecánica se practica regularmente y sus protocolos de aplicación hoy en día son opacos. Su aplicación queda al arbitrio del juicio médico, quien la valora en muchos casos incluso sin intercambiar una palabra con los pacientes.
Teatro de los Invisibles aproxima esta realidad, desconocida para el público, a través de un montaje que se mueve entre el teatro documento y la performance, entre la divulgación y la denuncia. El caso de Andrea Fernández González que falleció después de permanecer 75 horas atada a una cama en la unidad psiquiátrica del Hospital Central de Asturias en 2017, donde fue derivada por un brote psicótico y por mostrar signos de ansiedad cuando padecía una meningitis, es el caso germinal de este proyecto. Junto a él, escuchamos testimonios grabados y en primera persona el del propio Rafael Carvajal que ha sido contenido en más de una decena de ocasiones. Sus casos, especialmente el de Andreas, descritos en escena con precisión quirúrgica hielan la sangre.
Zaida Alonso, responsable de la dramaturgia y la dirección, nos plantea este recorrido en un montaje en el que se suceden la performance, lo audiovisual, la poesía, la danza y la música en directo, alternando la crudeza de los testimonios con otros episodios teñidos de un humor de fondo amargo, y también reivindicativo, que ofrecen un fugaz respiro. Cinco actores nos conducen en este viaje: Jesús Irimia, Júlia Solé, Javier Pardo, Rafael Carvajal y la propia Zaida Alonso. Si bien entre ellos destacan Jesús Irimia por su exquisito control corporal y vocal que hace de su presencia algo magnético y, por su puesto, las intervenciones de Rafael Carvajal que destila una lucidez sensata y ácida. Su visión sincera, presentada desde el lado de los “locos”, remueve y despierta todas las preguntas. Locos que no quieren cura, que sólo reivindican un hueco en esta sociedad.
Contención mecánica es una medida perversa de un sadismo incomprensible aplicado en seres humanos que sufren. Como apunta Carvajal deberíamos plantearnos alternativas tan locas como escuchar más y empatizar con el dolor ajeno, pero no sólo en los centros y en los hospitales, sino también en nuestra sociedad.
Crítica realizada por Diana Rivera Miguel