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18.11.2014 Críticas  
No es un musical, ni un concierto; un invento al rebufo del musical

EnPlatea asiste en el Teatro Rialto de la Gran Vía madrileña al espectáculo GREASE, EL MUSICAL EN CONCIERTO para encontrarse con un montaje exprés que adolece de falta de alma e intención y que deja un sabor extraño en el público presente.

Desde hace años, algunos musicales de éxito se han presentado en versión concierto con puestas en escena espectaculares y llegando a ser eventos únicos e irrepetibles. Este es el caso del 25 aniversario de “Los Miserables” o, más recientemente aun, el aniversario de “Miss Saigon”; ambos ejemplos de este formato que cosecha éxitos de recaudación y critica sobretodo entre el público anglosajón.

El montaje del musical GREASE, el cual lleva años de un éxito respetable por todo el país, ha querido apostar por este formato concierto intentando emular el éxito que cosechó en Gran Bretaña una apuesta similar.

Soy el primero al que le gustaría que este tipo de acontecimientos se repitieran con otros musicales y que tuvieran éxito, pero se nota cierta falta de preparación, cierto tufo a querer hacer taquilla aprovechándose de que la marca GREASE llama al público y cierta desgana generalizada en el elenco.

A mi parecer, el espectáculo carece de alma. No se prepara al público para ver algo especial, no se crea expectación, y no ayuda en absoluto una sala medio llena en la que unos camareros pasan constantemente por delante del publico sin ningún tipo de respeto y quitándole toda seriedad al concierto. Se entiende que hay que hacer caja por todos los medios y que el servicio de bar durante el espectáculo es una gran idea… pero jamás ese servicio debería molestar al público tal y como ocurre en el Teatro Rialto.

Centrándonos en el concierto, este presenta un resumen atropellado de la conocida historia de Danny Zuko y Sandy Olsson. En mi humilde opinión, si simplemente cantaran las canciones sin intención de hilarlas, el espectáculo mantendría el ritmo y quizás conseguiría enganchar al público presente. Asímismo, si la intención es que los asistentes nos impliquemos y rompamos a cantar, no ayuda el hecho de que la versión que se presenta es la traducida al español, con lo que es casi imposible unirse a cantar cuando lo que resuena en las mentes de los asistentes es la versión original en inglés.

Los actores/cantantes se esfuerzan en levantar un show que nace sin intención, algunos de ellos tienen voces remarcables pero los dos papeles principales no están bien elegidos y se quedan en un querer y no poder. Cierto es que el show tiene algún momento brillante gracias a alguna coreografía presentada con bastante fortuna pero el conjunto general queda pobre y esa sensación se refleja en las reacciones de la platea.

Al final, y tal como sentencia el personaje Vince Fontaine: Gracias por venir a “Grease Express”… Yo no lo habría definido mejor.

Crítica realizada por @mcalabau

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