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09.06.2023 Críticas  
Sexo, mentiras y partidos de tenis

Enric y Joana están preocupados porque a Albert, el mejor amigo de él y marido de ella, lo van a echar del trabajo. Claro que hay otros problemas: Enric y Joana llevan meses siendo amantes, o que Carmen, la esposa de Enric, lo empieza a acorralar… El joc de la veritat, en el Teatre Gaudí de Barcelona, tiene doble pareja de comedia de enredo… y se guarda ases en la manga.

Miquel Murga escribe y dirige esta comedia sexual que retuerce sibilinamente el clásico enredo de cuernos. Enric (Octavi Pujades) y Joana (Míriam Tortosa), que llevan la batuta la mayor parte de la obra, se nos presentan desde la primera escena como los amantes sexys y apasionados, pero en el fondo su preocupación por el bienestar de Albert es sincera. Albert (Roger Cantos) y Carmen (Cristina Dilla) parecen en comparación más sensatos, los que sospechan, los engañados.

El título, no obstante, ya nos da pistas de que no todo es lo que parece: a fin de cuentas, este no es el juego de la seducción ni el del engaño. El nombre del juego es «verdad», un tecnicismo al que se acogen todos los personajes, y que adelanta (como la música de aires molierianos y mozartianos que separa las escenas, o un premonitorio desajuste temporal entre cuadros) la amoralidad colectiva que flota en el ambiente. ¿Qué comporta el engaño? ¿A quién se engaña, en última instancia? ¿A quién se protege?

El planteamiento de esta clase de enredos va a ir quedando anclado cada vez más al siglo XX: las parejas abiertas y el poliamor no nacieron ayer, pero claramente ya forman parte de nuestra sociedad (ahí están comedias recientes como Júnior o El poliamor és així (de complicat) que lo han entendido). Por mucho que haya instagramers y onlyfaners, en el fondo la obra es muy convencional, con personajes que buscan algo fuera del matrimonio pero que no están dispuestos a disolverlo. No obstante, en El joc de la veritat se excusa el tópico porque realmente es el punto de partida que dinamiza la pieza, más que su objetivo único. No pretende hablar de las relaciones a día de hoy, sino vincular los tipos de relación (y engaños) convencionales con lazos más profundos entre personas: los del cariño sin etiquetas.

El joc de la veritat es breve, y entiende que solo necesita una hora para contar la historia que nos quiere contar. Es divertida y amena, sustituye las típicas puertas de la comedia de enredos por un montaje escénico que, además de asignar a cada espacio un color del parchís, equivale a la pantalla partida del cine, y sorprende más de lo que uno espera en esta clase de comedias. Recomendada para ver con parejas, amigos o amistades con derecho a roce… público o privado.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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