Tras superar sus 200 funciones, Matilda El Musical sigue con su éxito imparable en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid. El musical que parece no tener fin, se consolida como una apuesta segura en las carteleras madrileñas con una adaptación llena de guiños a los adultos.
Matilda es el título de un libro escrito por Roald Dahl que se ha convertido en uno de sus éxitos más inesperados.
La historia de Matilda vió la luz en Londres, concretamente en 1988, de la mano de la editorial inglesa Jonathan Cape quien presentó la primera versión del libro con ilustraciones de Quentin Blake. Ocho años más tarde, en 1996, se estrenó la adaptación cinematográfica con el mismo nombre dirigida por Danny DeVito; reavivando el hambre por la historia de esta joven tan especial. Cuando pensábamos que Matilda había quedado en el olvido, años más tarde (14 para ser exactos) la Royal Shakespeare Company presentaba la adaptación musical en el West End de Londres con libreto de Dennis Kelly y música y letras de Tim Michin. El musical se convirtió en un éxito rotundo, llegando a hacer gira por Gran Bretaña y exportándose a Estados Unidos. Actualmente, el musical sigue representándose en el West End y Netflix ha presentado una adaptación del musical en película que puede disfrutarse en la plataforma desde las pasadas Navidades.
Aunque Matilda se ha representado en países como Australia, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Filipinas, Irlanda, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, Reino Unido, República Checa, Singapur o Sudáfrica, el musical aun no había llegado a España. Es por ello que, tras el gran éxito de Billy Elliot, la productora teatral SOM PRODUCE decidió embarcarse en un nuevo proyecto y adaptar (que no replicar) la obra para el público español.
SOM PRODUCE ha presentado un producto distinto al que podemos ver en los países anglosajones. De la mano de David Serrano, quien adapta y dirige el musical, la productora presenta la misma historia que podemos disfrutar en los teatros internacionales pero con un espíritu distinto. Sí, la obra es prácticamente la misma, la historia y las canciones son las originales pero la escenografía es nueva, la coreografía es nueva y el alma del musical huele a renovación.
David Serrano ha sabido adaptar de forma muy inteligente la historia de Matilda al público español; presentando su esencia pero adecuando sus chascarrillos a un humor algo más negro (pero divertido) para los adultos. ¿Es Matilda un espectáculo para niños? Sí, en efecto. Pero hay que dejar claro que no exclusivamente. Serrano ha conseguido de forma impecable esta doble vertiente que Roald Dahl consigue en sus libros: que estos sean disfrutados por cualquier lector.
Lo mismo ocurre con la coreografía de Toni Espinosa, quien ha conseguido marcar nuevos movimientos y coreografías que modernicen la obra sin eliminar momentos icónicos.
En la parte técnica me gustaría recalcar también el trabajo de diseño de vestuario y caracterización de Antonio Belart y Chema Noci, respectivamente. Quienes consiguen elevar y acercar al público aun más la historia con sus creaciones. Y el impresionante diseño de escenografía de Ricardo Sánchez-Cuerda.
Pero, sinceramente, Matilda no sería nada sin su elenco. Un elenco sólido, preparado y afinado en todas sus vertientes para presentar un espectáculo 10. Empezando por el elenco de Matildas, el día que acudí pude disfrutar del exhaustivo trabajo de Laura Centella: aplome en escena, afinación perfecta (incluso en momentos complicados donde el público podía despistar), proyección vocal controlada… podría estar horas y horas especificando lo que Laura mostró en escena y nada de ello le haría justicia. ¡Brava!
Junto a ella, Pepa Lucas y Héctor Carballo hicieron delicias con sus personajes de Mrs. y Mr. Wormwood. Hacia tiempo que no disfrutaba con una pareja tan bien compenetrada en escena. Y Allende Blanco como la dubitativa, cariñosa y leal Miss Honey.
Pero si alguien nos impresionó sobradamente ese fue Oriol Burés quien nos descolocó con su ruin, pérfida y, porqué no, divertida (en ocasiones) Trunchbull. Su impresionante actuación hizo que el público lo aclamara al final de la función y no es para menos. Lo que Burés realiza en escena es mágico. Perfección, sin duda.
La versión de Matilda que podemos disfrutar actualmente en Madrid es una apuesta segura debido a la complejidad que ocasiona llevar una obra de este calibre a escena.
Crítica realizada por Norman Marsà