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16.01.2023 Críticas  
Aquí nadie se salva

Uno de los espectáculos más emblemáticos de Yllana, 666, regresa al veterano Teatro Infanta Isabel de Madrid. La compañía, por la que parece que no pasa el tiempo, ha aprovechado el éxito de su espectáculo desde su estreno en 1998 para inundar de risas y carcajadas el patio de butacas.

El tiempo de ocio es uno de los tesoros más preciados para la mayoría de las personas. Tras un día de intensa actividad, cualquier espectáculo de Yllana se vislumbra como un oasis. La sala del Teatro Infanta Isabel se convierte en un espacio conquistado con ilusión donde tiene lugar una obra que promete, de un modo u otro, diversión e ingenio.

Si buscamos en la cartelera algo de esta compañía de teatro cómico, las opciones son de lo más variadas y aptas para todos los gustos. Y por lo general, tienen como denominador común el empleo del lenguaje gestual. En 666 cuatro convictos esperan su ejecución en el corredor de la muerte. Con esta excusa, que a bote pronto de graciosa no tiene nada, Yllana montó un espectáculo con dosis elevadas de humor gamberro, absurdo y mordaz a lo largo de los ochenta minutos que tiene de duración.

Fidel Fernández, Raúl Cano Cano, Juanfran Dorado, Jony Elías y Juan Francisco Ramos –que se alternan entre ellos- son los protagonistas. Fabulosos intérpretes que despliegan su extraordinaria vis cómica y nos deleitan con el sello típico de Yllana. Todos están sobresalientes en sus respectivos papeles y nos regalan momentos hilarantes e inolvidables sobre los que no merece entrar en profundidad; soy defensora de la importancia del factor sorpresa en el teatro. De todas maneras, me gustaría destacar de una manera especial (sin desmerecer a sus fabulosos compañeros de reparto) a Raúl Cano Cano que demuestra su dominio para la comedia porque únicamente con sus gestos y su expresión corporal, sin abrir prácticamente nada la boca, es capaz de hacer que todo un patio de butacas ría a carcajadas. Qué gusto da cuando todos los componentes del elenco derrochan química y complicidad en el escenario.

Aparte de la cuidada dirección de actores de David Ottone, valorar también el diseño de luces de Juan Ramos, los efectos de sonido de José Armando Ruiz y Pelayo Gutiérrez y la concepción del espacio escénico de Juan F. Ramos, José M. Ramos y Manolo Molas. Las cosas fluyen.

En definitiva, 666 es un espectáculo donde las escenas se suceden a un ritmo frenético y en el que la interacción con el público es constante. Eso sí, lo ideal es dejar los prejuicios en casa para no ir condicionado porque Yllana pone toda la carne en el asador.

¡Enhorabuena, Yllana! Por este 25 aniversario de 666 y por todos los que están por venir.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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