Andreu Casanova aterriza en la Sala Capitol Gran Vía de Madrid con su espectáculo Tinder Sorpresa, un monólogo sobre las nuevas formas de conocer gente, que viene de hacer temporada en el Teatre Goya de Barcelona y estará en Madrid hasta el 17 de diciembre.
El trabajo, los compromisos, la casa, la familia… El ritmo de vida actual, sobre todo en las grandes ciudades, no nos facilita conocer gente nueva. Además, las redes sociales han cambiado nuestras formas de comunicación y eso ha afectado también a nuestra manera de ligar.
Andreu Casanova habla de esta nueva forma de cortejo en Tinder sorpresa. Pero, como el propio título del monólogo indica, nunca sabes qué puedes esperar de este tipo de encuentros, al fin y al cabo, con desconocidos. El cómico dedica la hora y media de show a la fauna diversa que podemos encontrar en este tipo de aplicaciones.
Lo cierto es que parece que el monólogo no arranca hasta bien pasada la primera media hora, mientras Andreu entabla diálogo con el público para, de alguna manera, conseguir su atención y caldear el ambiente. El inicio cuesta y las bromas fáciles sobre tópicos manidos no terminan de hacer match con las risas de los asistentes. Sin embargo, la interacción acaba sirviendo y el público se entrega cuando Andreu se dispone a contar anécdotas y demuestra una gran agilidad mental y capacidad de improvisación. En su espectáculo junto a Juan Dávila, Los locos de la impro, parece haber entrenado esta habilidad porque, indiscutiblemente, tiene la salida oportuna a cada respuesta de los espectadores.
El hándicap de la comedia es que no tiene la transversalidad del drama, resulta muy complicado conseguir que el mismo chiste funcione para más de trescientas personas que, probablemente, estén condicionadas y tengan un sentido del humor distinto. Pese a las dificultades, el espectáculo sale airoso y Andreu Casanova lo conduce con un éxito que va in crescendo hasta el final.
El alegato final, aunque algo sobado ya, no se equivoca. Al final, el humor y el entretenimiento son una vía de escape. El show es efectista y parece alcanzar sus pretensiones: escapar durante 90 minutos de los problemas y echar alguna que otra carcajada.
Crítica realizada por Esperanza Hernández