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16.09.2022 Críticas  
Siempre podemos encontrar luz

La Badabadoc de Barcelona inicia su temporada con El viatge de Paula, un montaje unipersonal escrito e interpretado por Sara Fernández y dirigido por Alejandra Jiménez Cascón, que nos habla de la relación de Paula con el Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA), desde los antecedentes y detonantes, pasando por la convivencia y, por último, su superación.

Paula tiene una imaginación, curiosidad y mundo interior infinitos que chocan con el mundo radicalmente pragmático de los padres. Para protegerse, se cierra en sí misma… para ser siempre rescatada por Pepica, un personaje matriarcal y mágico que sólo Paula ve y escucha. Ya como adulta, Paula decide continuar su camino sin Pepica, pero éste seguirá presente desde una distancia. Esta etapa de libertad, autodeterminación e impulsividad de Paula adulta desembocará en un acto violento y en una visión de sí misma como monstruo… y como consecuencia surge un nuevo personaje: su sombra.

Sara Fernández y Alejandra Jiménez Cascón crearon este proyecto bajo tres premisas: La primera fue dar visibilidad a los TCA, con sus desencadenantes (inseguridad, presión familiar y social, educación emocional castradora, carencia de herramientas y recursos para afrontarlo), el baile entre la ansiedad y el sentimiento de insuficiencia que lleva a comer para paliar la carencia emocional; y la sensación anestésica de la compulsión y el ciclo posterior de culpa y auto-odio. La segunda fue mostrar que el trastorno conforma sólo a una parte de la persona que lo padece y que en ningún caso la define. Y la tercera, la más personal, la de la propia experiencia y catarsis vivida por Sara Fernández, persona que ha sufrido de TCA y que habría necesitado ver esta historia expuesta para poder entender que ella misma no era culpable. Ahora, como intérprete de la obra, El viatge de Paula la ayuda a hacer las paces consigo misma y con los momentos menos fáciles de su vida.

El viaje que Sara Fernández nos presenta en escena es un viaje sincero y completo desde los primeros minutos de vida de Paula hasta que bien entrada su edad adulta. Sus vivencias en el seno de una familia «complicada», su forma de gestionar los problemas que le salpican, el refugio en la comida y los atracones, la huida a otro país… Temas que se presentan sin filtros y que todo el público identifica desde el momento en el que se manifiestan en escena. El viaje que realiza Paula, aun así, tiene un trasfondo feliz, de aprendizaje, de aceptación y liberación (aunque esta última en ocasiones cueste que se materialice).

Sara Fernández, quien a su vez es autora del texto, nos abre sus brazos, su corazón y su teatralidad basada en su experiencia de una forma sin igual. No tardamos nada en empatizar con ella, en reír, en sufrir, incluso en enorgullecernos internamente cuando la vemos crecer como persona. Ella nos regala una actuación dulce llena de momentos amargos que superamos juntos. En este viaje, Paula descubrirá la importancia de abrazar su singularidad y de generar un tan necesario espacio hecho a medida en una sociedad que nos obliga a encajar en unos moldes que posiblemente nada tengan que ver con cómo somos realmente.

Por otro lado, el trabajo de Alejandra Jiménez Cascón como directora es meticuloso. Su acompañamiento en la creación de la obra es esencial en un texto constantemente cambiante y cuyos sentimientos brotan de cada una de las palabras y situaciones. Ambas, Alejandra y Sara, han creado un tándem a cuidar y abrazar, tanto o más de lo que querríamos abrazar a Paula.

El viatge de Paula es una obra imprescindible que representa la esencia del teatro social. Una obra que muestra una historia complicada pero cercana con la intención que el público reaccione, despierte y que, sobretodo, comprenda que aunque nadie es perfecto y que, en ocasiones, la sociedad apesta, siempre podemos encontrar luz al final del túnel dentro nuestro.

Crítica realizada por Norman Marsà

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