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11.03.2022 Críticas  
El Pájaro Negro

En el teatro La Sala de Madrid se representa la comedia negra musical El Pájaro Negro de la mano de Nicolás Pérez Costa, que también interpreta al personaje principal, con la productora Waterlily.

Las herencias son temas puntiagudos incluso cuando no hay dinero, así que cuando la madre de una familia rica muere y deja como condición para cobrar la herencia que sus dos hijos estén presentes en su lecho de muerte no parece nada excesivamente dramático. Excepto que su hija Patricia (Eva Quirós) es una desalmada que sólo quiere dinero y su hijo René (Nicolás Perez Costa) hace años que no quiere saber nada de su familia, tras una infancia traumática. Para crear aún más caos, se insertan en la situación la tía Célica (Omar Calicchio) y David (Nahuel Picone), el vecino de René.

Antes de que el público entre a la sala ya empieza la acción con la imperiosa llegada de Célica y Patricia, que nos dan un momento de explicación previo a la obra. Gran parte de la acción se desarrolla en el piso de René, él es maquillador de cadáveres y vive modestamente soñando con la guitarra que suena en el piso superior. Su vida cambia el día que se le aparecen en la puerta Patricia y Célica y le informan de que su madre se encuentra en su lecho de muerte e intentan convencerlo de ver a su madre de la que huyó hace años con varias excusas, pero él se niega. Y aquí empieza la carrera para llegar al lecho de la madre antes de su muerte y poder así cobrar la herencia.

Esta obra tiene literal y figuradamente acento argentino que no siempre se traduce bien. Humor basado en la gesticulación y las palabras burdas, que hacen reír casi más por lo inesperado que por lo bueno del guión. El final parece evocar algo parecido a la crítica social, pero termina siendo personajes que no terminan de cuajar, inspiran poca simpatía y casi unidimensionales.

La comedia negra de enredos se queda ligeramente corta en el lado musical, con una canción por personaje, siendo la única destacable la de la tía Célica y es que Omar Calicchio es con diferencia lo mejor de la obra. No sólo en términos de voz, sino también en un uso maravilloso de los tiempos de comedia, mientras que el resto de los actores tienden a una comedia física un tanto exagerada (especialmente para el tamaño de La Sala, que lo convierte todo en un riesgo de proximidad), Calicchio es reservado, domina los silencios y enriquece incluso escenas en las que no abre la boca.

Habiendo visto otras obras de la productora y los actores sorprende el escenario descoordinado, teniendo en cuenta lo minimalista y acertados que suelen ser. El Pájaro Negro está bien para pasar una tarde y echarse unas risas puntuales.

Crítica realizada por Ariadna Ortega

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