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10.02.2022 Críticas  
La Política se desnuda

EnPlatea asistió el pasado 5 de febrero al estreno de La Política (qual es el rey tal es el reyno) en Nave 73 de Madrid. Un monólogo escrito y dirigido por Patricia Benedicto en el que Elena Corral, encarnada en la propia institución Política, se desnuda alegóricamente para mostrarnos las vergüenzas que se ocultan tras los sobrios retratos oficiales.

La propuesta de Patricia Benedicto, inspirada en El Político y El Héroe de Baltasar Gracián, es un texto bien estructurado en el que una representación metafórica de la clase política reflexiona en clave de humor sobre el concepto de poder y democracia.

En su presentación inicial esta Política en mayúsculas ensaya cómo posar para su retrato de estado. Su criada muda y analfabeta (Laura Lorenzo), una representante real del pueblo, sostiene un espejo. La Política ha sido democráticamente elegida y ansía ser respetada. Todo en ella pretende dar sobriedad y credibilidad. Se viste de regios, castos y oscuros ropajes, incluida gorguera barroca, y cualquiera diría que pertenece a la misma corte de Felipe II. No obstante, a las puertas de su casa, se arremolina el pueblo que grita descontento y es algo que (la) Política no puede tolerar. El pueblo debe amarla y hay que contentarlo, pero el pueblo de cerca huele mal y eso la incómoda.

Enfrentándose a este dilema, (la) Política dejará que asome su verdadera naturaleza. A medida que los graves ropajes con los que se disfraza vayan cayendo física y metafóricamente, su espíritu democrático mostrará grietas y pronto su ausencia de compromiso y de servicio público se harán patentes. Al punto que preguntará a su criada mientras la masa fuera vocifera “¿Cuantas flores crees que harán falta para ocultarles mis ganas de arruinarles la vida?”

Elena Corral con excelente oficio monologará sobre los planes de este alegórico personaje para manipular al pueblo. Su discurso no es ácido pero sí crítico. “Qué bien me vendría una enfermedad ahora” llegará a suspirar.

El montaje arranca lento pero adquiere ritmo a medida que la institución política pierde vergüenza y empieza a pasear sus vicios. Sube la temperatura en color y humor. Elena Corral, con excelente manejo de los tiempos y del verbo, agudiza la comicidad a medida que las banderas salpican su vestuario y lo culmina a ritmo de reguetón mientras perrea sobre un pequeño borrego omnipresente en escena.

Es notable esta producción de la Trapecista Autómata que, con muy poco recursos, crea una escenografía plagada de simbolismo. Desde el mencionado borrego, alegórica representación de la cultura gregaria sobre el que (la) Política se sienta, a veces pisa y en la desesperación abraza. Es también llamativa esa alfombra de profundo color rojo con el perfil de España, sobre la que (la) Política se broncea en su silla de playa, mientras su criada-pueblo se cuida de soportar la sombrilla para que el sol no la abrase. Igualmente simbólico ese almuerzo a base de comida basura de aclamadas cadenas comerciales con el que la clase política alimenta a su criada-pueblo arrodillada a sus pies como un perro mendicante. De hecho, en varios momentos son esta escenografía simbólica y la expresividad muda que Laura Lorenzo imprime con extraordinaria comicidad a la criada, las que aportan el filo mordiente a la sátira.

Nada en el discurso de La Política (qual es el rey tal es el reyno) es especialmente innovador. Quizá sea más una obra descriptiva de una realidad social que reveladora en una reflexión intelectual. Pero probablemente la mayor virtud de este montaje resida ahí. No pretende ser adoctrinador. Se limita a plantear las preguntas e invita a los espectadores a formar sus propias conclusiones guiados con humor por dos actrices perfectas en sus respectivos papeles. Un excelente punto de partida para reír, pensar y debatir tras la función.

Crítica realizada por Diana Rivera

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