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01.02.2022 Críticas  
Tu peor enemiga

Lo siento, no era yo nos cuenta la historia de Carmen, y de Ágata, que es también la historia de Carmen. Una obra teatral independiente sobre los estragos de los trastornos alimenticios que se representa en El Umbral de Primavera de Madrid, espacio de arte independiente en Lavapiés.

Carmen y Ágata están juntas desde siempre, aunque sólo Carmen puede ver a Ágata, y crecen juntas. Ágata le dice a Carmen lo que los demás no se atreven, para eso están las amigas. Un día Carmen se hace una foto y ese es el detonante de todo, Ágata pasa de ser una amiga a una enemiga que no hace más que recordarle todo lo feo de Carmen, que convierte la comida en una obsesión y le impide pesarse.

Una viene ya prevenida (y un poco hastiada) de obras de teatro “de actualidad” que frivolizan y, en ocasiones, embellecen problemas reales de personas reales. Este no es el caso de Lo siento, no era yo. La obra de teatro escrita por Esther Berzal (quien también actúa) y dirigida por María Uruñuela es auténtica, es clara y es cruel. Un texto que interactúa con el espectador y le hace cómplice de las manipulaciones de Ágata, nos convierte en esa voz de inseguridad que va creciendo y ennegreciéndose hasta convertirse en un trastorno alimenticio; en un tormento. Uno de los muchos puntos de genialidad de la obra tiene que ver con el uso del lenguaje, de la positividad tóxica que se refuerza con las imágenes de redes sociales proyectadas en la pantalla y con que gran parte de la obra se haya escrito en tercera persona, Ágata nos habla de Carmen, Ágata domina a Carmen, Carmen no tiene voz.

La historia es dura, durísima, y las actuaciones se adaptan al mismo desquiciándose conforme avanza la obra. Tres actrices con gran promesa conforman el elenco: Esther Berzal, Lauren Gumuccio y Ana Belén Camarero. Ana Belén Camarero hace de “Mamá” mientras que Esther Berzal y Lauren Gumuccio se intercambian los papeles de Carmen y Ágata en una metáfora visual preciosa. Berzal tiene una fuerza arrolladora que hace que no le quites los ojos de encima, quizás porque Carmen y Ágata, realmente, son ella, las palabras que escribe y pronuncia son su propia historia. Gumuccio es una actriz sutil que destila sus sentimientos sin tener que hablar y se convierte en la contra perfecta de Berzal; hagan el papel que hagan. Sin embargo, caben destacar unos pocos deslices con el texto que sin duda se corregirán y que se manejaron de la mejor manera posible.

Lo siento, no era yo no es una obra para pasar la tarde, está diseñada para removerte por dentro y lo consigue. Nos hace partícipes de la violencia de una enfermedad contra la que no puedes luchar porque es auto-infligida, una enfermedad que te aísla de todos y te deja sola contigo misma, sola con tu peor enemiga.

La sencillez del escenario, la dureza de las palabras, la honestidad de una actriz que cuenta su propia historia y la extrema violencia en primera persona de los Trastornos de la Conducta Alimentaria son los puntos claves de esta obra de teatro recomendada pero con precaución: saldrás con el corazón en un puño.

Crítica realizada por Ariadna Ortega

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