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17.11.2021 Críticas  
El amor, la culpa y la necesidad

El espectáculo Estas manos que son mías se está representando en el espacio de creación artística La Sala de Madrid para ofrecernos una visión directa e impactante del lenguaje dramático lorquiano en la tragedia poética y teatral Bodas de sangre.

Con motivo de su firme apoyo a las nuevas dramaturgias en su programación, La Sala acoge dentro de su cartelera varios montajes renovadores y arriesgados como Estas manos que son mías. La obra, se representa durante los sábados del mes de noviembre bajo la dirección de Alma Vidal y la dramaturgia de Camila Bordón Arenal a partir de Bodas de sangre de Federico García Lorca. Una apuesta poco convencional, una aventura para temerarios que busquen algo arriesgado y diferente cuya máxima recompensa es, sin duda, para el público que se marcha del lugar con la cabeza impregnada de ideas y el corazón lleno de sensaciones abstractas.

Estas manos que son mías apuesta por la mezcla de lo clásico y de lo contemporáneo y por la fusión de diferentes modalidades artísticas: desde la música en directo, hasta el canto, el baile de tango y, por supuesto, el teatro. Todo ello con una sencilla puesta en escena que nos regala diversos momentos de gran belleza escénica mientras se narra, tanto en verso como en prosa, una historia de amor insatisfecho que conduce irremediablemente a la tragedia.

La interpretación de los actores y actrices es sobresaliente: Melissa Skrobiszewska, Adriel Molina, Iván López-Ortega y Camila Bordón Arenal se desenvuelven con soltura y demuestran una admirable naturalidad sobre las tablas. Merece la pena destacar la acertada dirección de la joven dramaturga, Alma Vidal, tanto al dar a la obra el ritmo que necesita en cada momento como en acentuar y enfatizar la fabulosa química existente entre todos los componentes del elenco. Una portentosa dirección de actores que nos presenta a dos parejas de personajes casi antagónicos que encajan a la perfección y en los que me gustaría hacer una mención especial a la maravillosa lección interpretativa que nos regala Bordón Arenal. Está espléndida demostrando una auténtica exhibición de versatilidad que atrapa a los espectadores y espectadoras, expresa con todo lujo de detalles la dolorosa verdad sobre la vida, la muerte, el amor, la fuerza de lo inevitable… multitud de sentimientos y emociones que nos dejan exhaustos en cuerpo y alma.

A veces el escenario se queda completamente oscuro, y en otras ocasiones, la luz se proyecta con la intensidad necesaria para dotar de fuerza a cada escena. El trabajo respecto a la escenografía e iluminación, a cargo de Iván López- Ortega, permite que todo fluya de manera dinámica, incluida la música, para que el público permanezca inmerso en esta obra que deja huella al salir del teatro.

En definitiva, Estas manos que son mías sintetiza alguna cuestiones pero nos permite conectar con la poesía y el teatro del autor granadino mientras se fomenta en todo momento que los actores brillen por sí mismos. Además, la acogedora distribución de La Sala permite al público introducirse rápidamente en la historia y apreciar bien de cerca el trabajo interpretativo lo que se traduce en una mayor conexión con los asistentes que, por cierto, habían llenado todas y cada una de las sillas. Qué gusto da ver un teatro lleno.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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