novedades
 SEARCH   
 
 

07.06.2021 Críticas  
¿Cuándo es suficiente?

La Sala Negra de los Teatros del Canal de Madrid acoge la representación de Alimañas (brillantes), una comedia negra del dramaturgo británico Philip Ridley que aborda la voracidad del capitalismo y la irrefrenable tentación del consumismo.

Es la primera vez que este texto se representa en nuestro país gracias a la traducción de Manuel Benito y al valor y esfuerzo de la actriz, directora y productora Pilar Massa. Ella ha sabido dirigir magníficamente un espectáculo que triunfa porque tiene la capacidad de observar la sociedad en la que vivimos y también porque logra atrapar al público de la mano de un planteamiento interesante y cautivador que fomenta el debate y la obtención de un pensamiento crítico. Además, Massa forma parte del elenco actoral junto a Ainhoa Santamaría e Ignacio Jiménez.

La apuesta narra la perturbadora historia de la joven pareja Lili y Oli, educada en la moral católica, que explica a los espectadores y espectadoras con todo lujo de detalles por qué y cómo consiguieron el hogar de sus sueños. Han sido elegidos para participar en un programa de revalorización urbana promovido por el gobierno y tienen la oportunidad de trasladarse a un vecindario mucho mejor y más prometedor. El problema está en que la nueva casa carece de los elementos básicos de primera necesidad como agua caliente, electricidad… Y hasta aquí puedo contar. Es una historia desgarradora sobre la prosperidad y la manera en que el desarrollo de unos se cimienta sobre el dolor y la desgracia de otros, atrapa desde el primer momento y no solo por el contenido de la misma, también por la manera de narrar la función: los dos actores salen al escenario interpelando a los allí presentes. Una original ruptura de la cuarta pared que tiene lugar en determinados momentos y que nos mete de lleno en la historia, de la que prefiero no desvelar mucho más porque cuánto menos se conozca más sorprendente puede resultar.

Sobresaliente el trabajo interpretativo de Ainhoa Santamaría e Ignacio Jiménez que sostiene esta cruda historia. Da gusto ver a dos actores tan bien compenetrados haciendo la delicia del público que no pierde ni el más mínimo interés a lo largo de las dos horas que dura la función. Ambos me sorprenden con su valentía y su talento mientras transitan con mucha credibilidad por todo tipo de sentimientos y emociones. Su talento y versatilidad merece una mención aparte y a la escena del cumpleaños del hijo de la pareja me remito. No es la primera vez que veo a Jiménez sobre las tablas y pienso que merece mucho la pena disfrutar en directo de su magnífico trabajo porque demuestra que es un actor en mayúsculas. Por último, Pilar Massa ha acertado con el tono de la obra y con el de los dos pequeños pero potentes personajes que interpreta.

Entre todos consiguen que el ritmo no decaiga en ningún momento aunque el mérito de esto también radica en el sencillo y dinámico espacio escénico creado por Rafael Garrigós que nos traslada de un lugar a otro sin la necesidad de grandes despliegues que nos distraigan de lo verdaderamente importante. Todos los aspectos técnicos se complementan a la perfección porque el impactante conjunto visual ayuda a adentrase en la narración y matiza el ambiente en el que tiene lugar este cóctel explosivo de brillo, sombras, estupor y escabrosidad. El maravilloso diseño de luces de Francisco R. Ariza dota de fuerza cada movimiento escénico para hacernos llegar hasta el fondo de la cuestión. Otro de los aciertos es la ambientación sonora de Raquel Jiménez que se ajusta perfectamente al texto y se complementa con el diseño de audiovisuales de Miguel Agramonte.

El teatro no tiene que servir solamente para entretener o distraer de la rutina, también puede ofrecernos la posibilidad de reflexionar y tomar conciencia sobre la sociedad que nos rodea. Y esta es la intención de Alimañas (brillantes) que va haciéndose hueco hasta el próximo 20 de junio en la pequeña y acogedora Sala Negra de los Teatros del Canal que añade un punto de originalidad a la representación y propicia cercanía e intimidad entre los actores y el público.

En definitiva, mientras la cultura de consumo masivo se presta al mero entretenimiento, esta obra nos obliga a pensar, una vez acabada la función, sobre lo que acabamos de presenciar.

Crítica realizada por Patricia Moreno

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES