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14.10.2020 Críticas  
Espejos macabros

El equipo formado por Luis Luque y Paco Bezerra vuelve a las tablas con uno de esos textos que son un caramelo para cualquier amante del teatro. Las criadas, de Jean Genet es un intenso juego de espejos macabro bajo un lienzo blanco. Las Naves del Español en Matadero de Madrid se aseguran un lleno en estos tiempos difíciles.

Dos criadas, hermanas entre ellas, al servicio de La señora. En ausencia de la misma, como en un juego de dominación casi fetichista, se maltratan entre ellas, se humillan, fantasean con el asesinato de su señora. Lo planean. Llega el momento de llevarlo a cabo y ahí la tensión es puro Hitchcok. Para saber el final mejor acudan a la Sala Max Aub de las Naves del Español en Matadero.

En escena dos actrices entregadas al máximo. Ana Torrent y Alicia Borrachero. Ellas son Solange y Claire, Claire y Solange. Ana Torrent está en una cota interpretativa de altura. Magnética, malvada, cruel y frágil. Aterrada ante el suceso que desvelará sus juegos. Mirada, gestualidad y dicción que se agradecen. Está esplendida. Quizá un exceso de intensidad, pero se le perdona. Seguro que a medida que las funciones avancen el personaje se irá asentando.

Alicia Borrachero va de menos a mas. También su personaje así lo requiere. Contenida ante la imponente señora, dura, decidida, quieta. Explota luego, suelta la bilis en su juego cruel.

Jorge Calvo como La señora. Impone su presencia. Envuelta en rosa o pieles. Tiene Jorge impagables momentos teatrales, se pavonea, divierte con su pérfida lengua, embelesa y seduce.

La escenografía firmada por Monica Boromello plantea un espacio diáfano, de un blanco quirúrgico, aséptico. Azul klein para el pedestal venerado. El vestuario sigue esa línea. Funciona bien el contraste de blancos, con las rosas rojas, el azul, el rosa y el dorado. El texto es tan directo que no requiere de más elementos escénicos. A destacar la música de Luis Miguel Cobo. Composición original de gran belleza, que encaja a la perfección con el montaje.

Algo de nerviosismo si se notaba en el pase, pero no son tiempos fáciles, y seguro que a medida que la función vaya respirando se irá atemperando. Funciona el intercambio de roles, la atención no decae. Frases lapidarias que van y vienen. Lucha de clases, pobres contra ricos, resignación y revolución a partes iguales. La señora es….brutal.

No son tiempos fáciles para el teatro. No lo son para las productoras, autores, directores, actores. Tampoco son fáciles para el espectador. Llega el público aturdido de ruido, de incertidumbre y miedo. Se agradece disfrutar de una función directa, que va al grano, con lenguaje teatral entendible. Con unos actores entregados y un montaje que visualmente atrapa en su compleja sencillez. Un acierto de Paco Bezerra y Luis Luque que les va a traer muchas alegrías.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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