Estrenado en 2009, Ordinary Days, compuesto por Adam Gwon, se ganó un puesto destacado en el olimpo de los musicales Off-Broadway. Una deliciosa historia de cuatro personajes cuyas vidas se entrelazan en un Nueva York post atentados. Llega de la mano de La Coja Producciones la adaptación al español y por tiempo limitado a la sala pequeña del Teatro Nuevo Alcalá.
Un piano, y un escenario blanco, con tres ventanales. Nueva York, el Metropolitan y las calles de la gran manzana son el lienzo donde cuatro personajes vivirán unas jornadas cualquieras, que les cambiaran la vida para siempre. Warren quien trabaja repartiendo flyers optimistas, Deb que tiene que presentar su trabajo de final de carrera y pierde sus apuntes en el peor momento. Jason y Claire, pareja pasando por momento de crisis. Estas cuatro almas neoyorquinas cruzarán sus destinos en un día en el que los flyers de Warren acabaran volando por el cielo de Manhattan, provocando reacciones en cadena.
Oriol Burés es Warren, le toca a Oriol el personaje desenfadado, alegre. Se lleva de calle al público desde su primera intervención. Que Oriol tiene un don para la comedia es indiscutible, pero además aquí nos brinda una interpretación emotiva y tierna. Laura Enrech borda el papel de Deb, chica con sueños que cumplir, seria, meticulosa, que se tiene que enfrentar a un terrible contratiempo. Pierde sus apuntes, apuntes sin los cuales no puede terminar su trabajo de final de carrera. Warren encuentra esos apuntes y cita a Deb en el Metropolitan, frente a un cuadro de Monet. Ese encuentro cambiará la vida de Deb para siempre. En esa misma sala del museo están Jason y Claire. Jason, interpretado por un sorprendente Víctor Gómez Casademunt. Digo sorprendente, ya que de Oriol y Laura conocíamos sus tablas, pero Víctor fue un descubrimiento para el público madrileño, ya que la mayor parte de su carrera la ha desarrollado en Cataluña. Ojalá le podamos ver más por los teatros de la capital. Marina Pastor es Claire, quizá el personaje más difícil del conjunto. La que tiene un pasado que la impide afianzar su relación con Jason. Marina, correcta, capea el personaje con el que es más difícil empatizar, al menos hasta que la lluvia de flyers nos descubre los motivos de sus contradicciones.
Es este un musical delicioso, de duración y tempo justos. Mezcla de humor, dosis perfecta de drama, melodías que recuerdan a Sondheim. La adaptación al español no resiente al original, así como la dirección de Ferran Guiu, que ya dirigió la adaptación al catalán, le imprime el ritmo necesario para que el interés no decaiga en ningún momento. Un día cualquiera es de esos montajes que te va dibujando una sonrisa en el gesto, que en el justo momento te golpea y las lágrimas afloran. Programado durante seis lunes en la sala pequeña del Teatro Nuevo Alcalá merece que el boca oreja lo haga triunfar. El género musical es más que las grandes producciones de la Gran Vía, el musical es también la intimidad y la cercanía de un piano y cuatro interpretes entregados a la emoción y mirando a los ojos del público. Bravo por los productores que se embarcan en apostar por el musical de pequeño formato, que también es sinónimo de calidad. Un día cualquiera es ese producto redondo que debería crear afición y abrir el camino de muchos más.
Crítica realizada por Moisés C. Alabau