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18.11.2019 Críticas  
El muro como metáfora

En el treinta aniversario de la caída del muro de Berlín reflexionamos y nos planteamos el significado de todo aquello. Los que lo vivieron y lo recuerdan como algo histórico y los que en aquel momento ni siquiera se enteraron de lo que ocurría. Wände Wunde es una pieza caleidoscópica que ha inundado de consternación el Teatro de la Abadia durante un fin de semana.

Es este un proyecto ambicioso, con tintes de gran producción y alejado de lo que suelen ser algunas muestras de teatro. Aarón Lobato y Julio Rojas ya nos tienen acostumbrados a montajes que se salen del acto teatral, buen tándem de ideas revolucionarias e impactantes. En este caso, además, han tenido la mirada externa del maestro Andrés Lima. Ya solo el hecho de poder presentarlo en la sala grande del Teatro de la Abadía nos sitúa en un plano distinto, por ello, como espectadores exigimos más. Las expectativas se cumplen en muchos campos mientras que en otros falta pulir detalles que son perfectamente solucionables y que pueden resultar en un montaje de esos que se hable largo tiempo.

En escena el infame muro de Berlín acaba de ser derribado, un cadáver yace en el suelo, es el comunismo, un sistema que recibió su estocada mortal el día que el muro se agrietó. En escena tendremos a Alemania, a los ciudadanos del Este y el Oeste, a la Historia y a El Sistema. Cada uno de ellos interpretado por un actor o actriz. Todos tendrán su momento. Además cada uno de ellos nos dará cuenta de su historia personal y de si la caída del muro significó algo para ellos, o si de verdad sirvió de algo.

La propuesta es sumamente interesante y el ritmo es endiablado en más de una ocasión. Si bien se debería revisar algún fragmento para intentar que la coherencia del relato no quedara confusa. Rebajar algo la intensidad también sería un dato a tener en cuenta, si bien se entiende que al mostrarlo por primera vez al público las emociones a veces se desborden más allá de lo deseado.

Alba Enríquez como La Gran Alemania, Ángel Perabá como los ciudadanos del Este, Julio Rojas como La Historia, José Juan Sevilla como El Individuo, Raquel Torres como los ciudadanos del Oeste y Andrea Trepat como El Sistema. Todos entregados hasta la extenuación, con la víscera a flor de piel. Destaco a José Juan Sevilla por tener un papel más extenso y que me sorprendió gratamente. Raquel Torres controla el tono cuando rompe la cuarta pared y es imposible no empatizar con ella. Andrea Trepat sigue creciendo como actriz, derrochando sensualidad sobre tacones de vértigo. Alba Enríquez pasa de la rabia a la ternura y finalmente al despecho con garra. Ángel mantiene una presencia constante que solo al final explota. Julio Rojas se luce en ese epílogo final y que es un cierre de esos en alto que tanto nos gustan.

Necesita algo de tijera y un poco de concreción todo el conjunto para ser redondo. El camino está bien marcado y solo falta limar los bordes. Haciendo uso del muro, diría que hay que construir bien el muro que delimita lo que el montaje quiere contar. Hay mensajes potentes en los distintos planos por los que navega el texto, solo falta asentarlos con fuerza y quizá derribar otros que enmarañan. Wände Wunde consigue que reflexionemos sobre unos hechos que cambiaron el mundo, que pensemos en que nos convirtió todo aquello. En que ahora sigue habiendo muros que deben ser derribados, en que cada uno somos un muro y somos nosotros como individuos los que decidimos que hacer con el.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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