novedades
 SEARCH   
 
 

22.05.2019 Críticas  
Quién es esta Doña

Esta temporada del Teatro de la Zarzuela, destaca por los nombres de los directores que adaptan los clásicos musicales, y le toca a Lluís Pasqual pasar el test de la audiencia con Doña Francisquita.

Aquí iría la sinopsis de esta comedia lírica en tres actos, pero la Doña Francisquita de Lluís Pasqual son tres actos, ambientados en un estudio de grabación en 1934, un set de televisión de 1964 y una sala de ensayo en 2019. En todos ellos, se suceden números musicales (citando al director, interpretado por Gonzalo de Castro: “aquí no se habla, solo canciones”) de la zarzuela de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, con libreto de Amadeo Vives, que estrenaron en el Teatro de Apolo en Madrid en 1923.

Lluís Pasqual ha decidido hacer una versión pasqualina de Doña Francisquita, que a su vez era una adaptación de La Discreta Enamorada de Lope de Vega de 1604. A estas alturas ya me ha quedado claro lo que le gusta a este director la sobrexplicación, y la justificación de sus decisiones artísticas, plasmando todo ello, de forma literal, en sus montajes. En esta Doña Francisquita queda claro que a él el texto le sobra, y que la contundecia de los números musicales es suficiente para entender el argumento de esta comedia de enredos; pero no. Lluís Pasqual se ha quedado corto, y en este caso le sobra justificar su decisión artística y más explicar el propio argumento de la zarzuela.

He debido asistir en dos ocasiones a la representación de Doña Francisquita para ¿entender? o asimilar lo que el señor Pasqual ha querido hacer, y si en el estreno, la confusión y el enfado que me generó el Primer Acto, provocó mi abandono (en silencio) de la sala, tras asistir a un desconcertante y aburrido cuadro lírico, que de estático y envarado, rozaba el sopor; fue en mi segunda visita en la que, respirando hondo y contando hasta diez, me mentalicé de intentar disfrutar la propuesta. Y yo lo hice, pero no el Señorío Zarzuelesco de la platea, que decidió reventar la función, primero, a gritos y aplausos, jaleando a una subversiva octogenaria de la fila 10, que clamaba ser desalojada por la Policía y ser reembolsada por el importe de la entrada, porque ella quería “ ¡(…) ver a Doña Francisquita, no un recital de Zarzuela! ¿Dónde está mi Francisquita?”. Es que ellas son muy suyas, y les mueves el tapete de ganchillo, y ya te están llamando a los GEO.

Entiendo el enfado de La Señora, y lo comparto (been there, done that, hace tres días, señora), pero no acepto que se falte al respeto al resto de la audiencia y menos, a los artistas sobre el escenario, y es que el Señorío es muy de hacer esto, y empieza a ser el momento de que se tomen medidas al respecto.

Retomando la (no) Doña Francisquita de Lluís Pasqual, es cierto que el Segundo Acto remonta en cierto aspecto, y la retransmisión en directo de la zarzuela, con sus vestidos clásicos y un los números de baile, hacen que uno se relaje, y diga “bueno, al fin algo decente”; y la romanza de Fernando funciona estupendamente, y el dueto con Francisca, también, y uno tiene la sensación de estar asistiendo a una zarzuela deconstruida, pero zarzuela, que es a lo que hemos venido.

El Tercer Acto, ya situándonos en la actualidad, es lo que Dolor y Gloria a Almodóvar, pero aquí Doña Francisquita para Lluís Pasqual, una especie de biopic del proceso creativo y los ensayos en los que una vez más reitera que para él (bueno, para el director que interpreta De Castro) el texto, sobra, la música, estupenda, y los permisos para adaptar el texto y que los herederos de los creadores, le dan igual, porque él va a hacer lo que le apetece (los permisos llegan…). Este cierre tiene el tono, el carisma y la emoción que le falta a todo el tramo anterior: el elenco en ropa de ensayo, los espejos, la sala desnuda y el sonido del taconeo vibrante sobre las tablas, sobrecoge, como la presencia de Lucero Tena, en intervención estelar, marcándose el solo de castañuelas del Fandango de Doña Francisquita, acompañada por la magnífica dirección musical de Óliver Díaz y de la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Memorable e irrepetible.

Pasando al reparto, y habiendo visto a ambos elencos, destaco las ganas, el ímpetu y la ilusión de aquel que estrenaba el día 17 (Sonia de Munck, José Luis Sola, María Rodríguez y Jorge Rodríguez-Norton), en contraposición de los encargados del estreno oficial el día 14, a los que achaco cierta tirantez y envaramiento, quizás los nervios del estreno, pero esa presencia en escena, en este difícil e incómodo Primer Acto de Doña Francisquita, fue crucial para provocar mi reacción. María José Suarez como Doña Francisca, es todo lo que puedes esperar de su personaje, y su estridencia y parlamentos, son la guinda de este montaje, siendo el alter ego de la audiencia abonada al Teatro de la Zarzuela: una maravilla.

Mención de honor, y en esta función más que merecida, para el siempre espléndido, pero en este caso especial, excelso trabajo del Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, y de la Rondalla Lírica de Madrid “Manuel Gil” pues sus “Cuando un hombre se quiere casar” y el “Canto alegre de la juventud” elevan a la audiencia, y uno se hincha con ese soplo de aire fresco y esa alegoría a Madrid, y sus gentes.

Clausurando esta opinión, y habiendo ya debatido por redes (sin acaloramientos, eso lo dejo para el Señorío Zarzuelesco), a Lluís Pasqual se le ha vuelto en contra no ya intentar innovar en su propuesta de adaptar una zarzuela clásica, a nuestros tiempos, hecho que es loable y de agradecer, ya que lo que ha hecho con Doña Francisquita, no es ir al núcleo, a la esencia de la historia, para transformarla insuflarla de un nuevo aire e identificarla como el original, sino que la ha deformado y desfigurado haciéndola totalmente una extraña para el público fiel y primigenio, como para la nueva audiencia que lleva tres temporadas abarrotando la sala, bajando la media de edad, y normalizando el ir a la zarzuela sin ser acusado de oler a tienda de anticuario. Si el espíritu de la propuesta hubiese sido, no más conciliador, sino amable con la audiencia, esta Doña Francisquita habría pasado a ser recordada por algo más que por al intervención de La Maestra, Lucero Tena.

Crítica realizada por Ismael Lomana

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES