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16.03.2019 Críticas  
Marmitako reflexivo

Proyecto 43-2, espectáculo creado por la compañía homónima, se presenta en estos días en el Teatro de La Abadía junto al resto de la trilogía dedicada a reflexionar sobre las consecuencias sociales, personales y familiares que ha producido la violencia del pasado reciente del País Vasco.

Proyecto 43-2 fue una pieza teatral de investigación surgida en el ámbito académico. Ahora es el punto de arranque de un ensayo que continúan otras dos obras tituladas La mirada del otro y Viaje al fin de la noche. Las tres, presentes en el Teatro de la Abadía bajo el título colectivo Rescoldos de paz y violencia, son ideas originales de María San Miguel y las tres se mueven en el mismo terreno temático que invita a poner sobre la mesa las distintas sensibilidades de la sociedad vasca ante el terrorismo sufrido. La convivencia diaria con el choque de opiniones incluso entre miembros de una misma familia, el dolor, la pérdida, la ausencia de seres queridos… se exploran a través de una escenografía que sitúa toda esa confrontación y suma de dificultades en un txoko familiar abierto, amplio, con su cocina y su enorme mesa presidiendo la escena.

Cinco personajes, que quieren ser reflejo del pulso la calle, tejen en Proyecto 43-2 algo menos de una hora de espectáculo en el que una pantalla va anunciando una receta de marmitako. Cada nuevo ingrediente va dando título a un capítulo escénico tras otro. En ellos se aprecia una intención de aprovechar elementos simbólicos como el agua o la tierra para ahondar en el texto. Y el mayor acierto es el de cocinar de verdad en escena: el marmitako no es una ilusión, no es un elemento de atrezo sino algo que se puede oler y que no solo contribuye a ubicar al espectador en el País Vasco sino que ayuda a gritar que lo contado en escena es algo palpable en la realidad social estudiada.

Aurora HerreroNahia Laíz, Alfonso Mendiguchía, Pablo Rodríguez y María San Miguel son los actores que dan voz a una historia que comienza con el monólogo de una mujer viuda, la madre de familia, que expone su dolor de forma frontal rompiendo la cuarta pared. Hay quien ya ha denominado los proyectos abordados por la compañía como: teatro documental. Desde luego lo que son sin duda es un canal por el que intentar estudiar un presente, que arrastra ese contexto de dolor heredado, con forma de herida abierta.

Crítica realizada por Raquel Loredo

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