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30.04.2018 Críticas  
Entre Buero y Black Mirror

La Joven Compañía firma otro proyecto rompedor: adaptar un texto de Buero Vallejo, darle aires de ficción actual, tratando temas de la memoria franquista. En la Fundación sorprende por el tratamiento moderno del clásico contemporáneo.

Irma Correa adapta con brío el texto y José Luis Arellano doma las energías de un elenco entregado que compone un cuadro que va de menos a más a medida que la función se desarrolla.

La Fundación de Antonio Buero Vallejo se publicó en 1974, cuando el régimen de Franco agonizaba, se atrevió Buero a escribir sobre las torturas, la represión y las ejecuciones. Un texto que jugaba con el engaño mental al que pueden llegar los condenados a muerte para sobrellevar la sentencia y el encierro mientras aguardan el fatal desenlace. Una Fundación que solo existe en la mente de Tomás, el protagonista, al que sus compañero de celda siguen el juego para evitar males mayores. El paso del tiempo irá descomponiendo esa ficción para dar paso a la cruda realidad.

El texto de Buero se reduce en tiempo y se adapta a una dramaturgia actual, versión que tiene mucho de las series que atrapan a los millennial y que a pesar de provocar cierta confusión en las primeras escenas, todo encaja con precisión al final. Requiere En la Fundación concentración e implicación por parte del espectador. Eso consigue que la tensión escale hasta provocar ahogo en más de un momento. Toda esa tensión sería imposible sin la fuerza que desborda un elenco entregado.

Víctor de la Fuente es Tomás, papel que sufre y vive con la profesionalidad a la que Víctor nos tiene acostumbrados, ¿Dónde llegará Víctor con su buen hacer? Solo el tiempo lo dirá, pero es una de las promesas solidas del proyecto. Tulio, interpretado por el siempre visceral Jota Haya, tiene uno de los momentos más emotivos de la función, su despedida es simplemente conmovedora. Nono Mateos como Asel es la figura contenida, cerebral, la que intenta sujetar los caballos desbocados y encerrados. Nono magnético y certero. María Velardo es la sensualidad femenina en ese elenco masculino. Domina el espacio, y cuando aparece en escena no se le puede quitar el ojo de encima. Y están Pascual Laborda, Óscar Albert, Álvaro Caboalles, Juan Carlos Pertusa y Mateo Rubistein bordando un conjunto que rebosa energía y emoción.

Apoyados por la escenografía de Silvia de Marta, que recrea a la perfección ese mundo irreal que se va convirtiendo en la cruel realidad, pasando del paisaje de un Turner al gris carcelero. Proyecciones, iluminación y sonido para dar un aire cinematográfico a una historia que pasa de la ciencia ficción al realismo puro.

Con el sello característico de energía que se desparrama por el escenario, consigue la Joven una vez más atrapar al espectador. Montajes agiles, vibrantes, con ese golpe emotivo que consigue que alguna lágrima se escape. En una cartelera en la que grandes teatros programan montajes mediocres y carentes de compromiso, llegan estos valientes y se atreven con un Buero revisitado, zarandeado, pero con el respeto histórico que se merece. Háganse un favor y acérquense al Conde Duque sentir la energía de En la Fundación.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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