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05.02.2018 Críticas  
Ana y el sexo

Manteniéndose en programación desde mediados del año pasado, Amor Prior sigue llenando la cueva de La Escalera de Jacob los viernes noche, con un monólogo sobre una de las consecuencias de hacerse mayor: experimentar el sexo y las relaciones interpersonales.

La almeriense se pone en la piel de Ana, una niña que como ella, se cría en una ciudad de provincia, y nos va relatando su despertar sexual y la evolución de este sentimiento recién descubierto, en tres etapas cruciales para ella: la infancia, adolescencia, y juventud. Amor es Ana, y Ana es Amor, en este juego de personalidades que hace que el público entre en su juego intentando vislumbrar qué es ficción, qué es realidad, y dónde empieza y acaba Ana.

Películas con dos rombos, hombres ultra masculinos, y mujeres hipersexualizadas retratados en una calenturienta realidad; reuniones de amigos en cocheras, primeros besos, primeros tocamientos, y una educación sexual formada en la biblia de aparición semanal de los niños de los noventa: la revista Vale. Amor, hija de esta generación sabe de lo que nos habla, y parte del público de su misma generación, sabemos a qué se refiere, de primera mano. El sexo de Ana es el testimonio sexual de toda esta generación que en la actualidad se encuentra degustando los sinsabores de toda una serie de frustraciones, personales y sexuales, herederos del puritanismo de la posguerra y de la liberación de nuestros progenitores, de la Transición; pero una liberación como de puerta entreabierta, que no llega a ser tal.

La complicidad de Amor con el público va creciendo según avanza su testimonio, y va entrando en calor, tanto ella como la audiencia, cogiendo la confianza que muchos necesitan para tratar temas como la masturbación, el sexo oral, o el desastre de la primera vez. El sexo de Ana rompe la cuarta pared permitiendo que se establezca un diálogo espontáneo entre la actriz y los más atrevidos, que pierden la conciencia de que están en una sala de teatro, y no de conversación picarona con una amiga.

Es destacable un segmento del texto en el que Prior recita unas líneas de Cortázar, y el monólogo cómico se congela y el ambiente se transforma en un recital de poesía, una cuentacuentos de perfecta dicción y poniendo a esas palabras la sensualidad y la intensidad requeridas. Es en este detalle en que se hace evidente la formación en interpretación textual.

El sexo de Ana supone una muy buena alternativa al tan extendido (y denostado) monólogo cómico, demostrando que no solo con chistes fáciles y humor escatológico puede uno reírse a carcajadas o contener una risita nerviosa porque algo como lo que le ocurrió a Ana es exactamente lo que le pasó a uno mismo en esa aventura que es el sexo.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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