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02.02.2018 Críticas  
Más allá, siempre más allá

Aviso para navegantes: Orationibus #SR se estrena en la Sala Hiroshima. Dos únicas funciones que tendrán lugar el 3 y el 4 de febrero y una ocasión de lujo para seguir ahondando en el particular, certero y apasionante universo de Centaure Produccions, grandes contadores de historias. De todas las historias.

Una experiencia intensa e inolvidable. Si tuviéramos que resumir en pocas palabras qué nos ofrece Orationibus #SR probablemente elegiríamos estas. Todo suma en un espectáculo que aporta tanto significado como contenido a la vez que genera un gran cosmos propio que nos regala herramientas de comprensión hacia la situación del intérprete, tanto intrínseca como profesional. ¿Dónde queda su figura y cuál es su papel frente al artista creador y qué sentido tiene un gremio como este en nuestro aquí y ahora?

Una performance musical lírica a partir de textos de Santiago Rusiñol y melodías de Joan Gay, Enric Morera y Enric Granados. Canciones y oraciones. Combinación excepcional que se reúne frente a nosotros en un ejercicio filarmónico de campeonato. Que Albert Arribas sabe cómo extraer todas las posibilidades de significación del lenguaje es algo que comprobamos función tras función. Pero la euritmia y correspondencia entre el lenguaje verbal y musical adquiere aquí cotas insospechadas. La convivencia entre el texto oral y el escrito está resuelta de un modo tan elocuente como visualmente atractivo a la par que sencillo. No queremos desvelar sorpresas antes de tiempo, pero que sea la propia intérprete la que proyecte (literalmente) los títulos y las palabras no sólo con la voz sino a través de diapositivas sirve no sólo para fijar conceptos e ideas sino también para aportar algo que va más allá, siempre más allá.

El trabajo de Griselda Ramon es heroico y su labor de investigación documental muy valiosa. Como intérprete se entrega completamente a la visión de Arribas y la ejecuta, transmite y comunica a la perfección. Cruzarse con su mirada mientras se escucha su portentoso y muy potente talento lírico es sumergirse en todo un conjunto de sensaciones y sentimientos, desde los más álgidos a los más afligidos. Servidora de las piezas musicales, su aportación es impagable. De entre todas, su aproximación a “L’alegria que passa” supera cualquier tipo de lectura posible. Sensibilidad devastadora. Àlex Jordi no se queda atrás y se convierte en intérprete, director musical y orquesta unipersonal del espectáculo. La compenetración y acompañamiento de su compañera redondean el resultado final de la función.

El juego se completa con la escenografía y vestuario de Sílvia Delagneau. Espacio, objetos y piezas que se convierten en articulación, maniobra, engranaje, bisagra y coyuntura de todas las capas de lectura e interpretación de la propuesta. Pocas veces, estas disciplinas están tan completamente integradas en el discurso narrativo de una función y hablan su lenguaje de un modo tan expresivo y significativo como aquí. La interacción con los intérpretes y el uso que éstos hacen de todo lo que hay y conforma el escenario es también uno de los puntos fuertes de Orationibus #SR.

Y al final, ¿performance aniquiladora o broma participativa? En este terreno, hay que destacar también la adecuación dramatúrgica que Arribas ha conseguido en este género y formato, algo que no sólo alcanza al contenido sino también al espacio de la representación, es decir, la Sala Hiroshima. Por si todo lo expuesto hasta aquí no fuera suficiente, prometemos que el final es de lo más delirante (por inesperado) que veremos y hemos visto en mucho tiempo. A la vez, una hostia rotunda, todo lo divertida que se quiera pero hostia al fin y al cabo, contra la realidad más severa y realista del artista. El uso de la alegoría y del significado de los silencios en combinación con el territorio lírico elevado a la máxima potencia. Indescriptible y arrebatador a partes iguales.

Por último, apostar por Orationibus #SR supone un ejercicio que va mucho más allá de la militancia inquieta del espectador más activo. Entrar en este espacio escénico-mental en el que se convierte el espectáculo se convierte, gracias a la persuasión, potencia y elocuencia del subtexto y a la maestría y dominio de todos los implicados para mostrar lo implícito de lo implícito de lo todavía más implícito, en la única opción posible que nos queda a artistas y asiduos consumidores de las artes escénicas.

Crítica realizada por Fernando Solla

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