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23.01.2018 Críticas  
Un viaje a las hombreras, los chándal de táctel y nuestra infancia

Si naciste en los 70, creciste y viviste tu adolescencia en los 80 y los 90. Esa es una época que marca a cualquiera. Pero los que pertenecemos a esa generación estarán de acuerdo conmigo que, además, esas dos décadas fueron especiales en muchos sentidos.

No solo es el tiempo de descubrir el mundo (y cosas de ti mismo), es que si encima naciste en España, coincidió con la etapa de la transición, con el principio de la era digital y con la revolución de la música y la televisión. Si eres un nostálgico, y si disfrutaste ese momento, treinta años después no quieres que esos años de tu vida caigan en el olvido.

Esa es la sensación que perfectamente nos queda después de ver Cobi Curro Naranjito, que ha ideado y dirigido Martí Torras Mayneris. Este espectáculo musical, con aroma de cabaret, hace un repaso a la historia de nuestras vidas durante esos veinte años. Para ello, ha creado la historia de tres hermanas que viven en un bar de carretera y que andan a la búsqueda de un padre al que nunca conocieron, porque se pasaba la vida trabajando de mascota de grandes eventos.

Torras ha escogido para dar vida a esas tres hermanas a las tres actrices del grupo The Feliuettes (Laia Alsina Riera, Maria Cirici y Laura Pau), quienes llevarán todo el peso del musical, acompañadas al piano por el músico Gerard Sesé, quien participará de sus aventuras.

La función arranca con la Alaina, la Cirici y la Pau entrando en sala y saludando al público disfrazadas de las tres conocidas mascotas e inmediatamente arrancan con el tema músical inicial (que también cerrará el espectáculo). De seguida, se ponen manos a la obra y presentan el cuerpo de la obra, de una manera tan rápida, a un ritmo tan frenético y apelando en muchas ocasiones a lo absurdo que, al principio, tengo que reconocer que se me hace complicado de digerir. Esos años están marcados por un estilo, llamémosle, ‘cutre’ y si no eres fan de aquella indumentaria o de la época, existe una parte de perplejidad inicial de no saber qué está pasando.

Pero como decíamos antes, entiendo que de Torras Mayneris ha nacido Cobi Curro Naranjito con una gran nostalgia y es apelando a ella como consigue, pasados los diez minutos iniciales, sumergir al público en un mundo en el que, a lo mejor, solo los más jóvenes desconocerán. El resto, desde los treintañeros hasta los más mayores, se sentirán identificados con todas las canciones, expresiones y referencias a unos años que, te gustarán más o menos, pero que indudablemente marcaron a un país.

The Feliuettes son perfectas para un proyecto así. Su desparpajo, el sentido del humor con el que disfrutan ellas mismas sus interpretacione y la calidad técnica de su voz consigue que se metan al público en el bolsillo (y eso me incluye a mí). Canción tras canción demuestran porque han sido seleccionadas, porque sin darte cuenta te han transportado con su máquina del tiempo y cientos y cientos de referencias (literalmente) a un mundo que hemos vivido y que, de una manera u otra, nos marcó.

En este caso, la historia no tiene mucha importancia. Podría haber sido cualquier otra idea la que nos enlazara a esos años. Lo importante aquí es la manera tan habilidosa de su creador de llevar al espectador a donde él ha querido. Y lo bien que nos lo hace pasar con unas canciones que su fin es recordarnos una y otra vez de donde hemos venido.

Todos los temas son divertidos y están perfectamente hilados. Pero, en especial, la lista “Del 40 al 1”, las canciones de los “anuncios de TV” y el flashback a la infancia en la que las actrices se visten con batas de parvulario y representan “Juego de Niños” (programa que presentó Sardà en su última época) son los platos fuertes de la función. El climax lo trae la Cirici interpretando a Montserrat Caballé junto a la Pau en el himno “Barcelona” de los Juegos Olímpicos del 92, donde se demuestra no sólo la vertiente cómica de estas actrices, sino su enorme calidad vocal.

Cobi Curro Naranjito no es una obra profunda ni que te deje material para pensar. Pero al final, lo reconozco, me enganchó. Y lo disfruté. Me reí, me emocioné con tantos y tantos recuerdos y me fui con una sonrisa a casa. Y no solo yo. Todo el público se lo pasó igual de bien. Un equipo con una propuesta que consiga eso de una audiencia tan variada, puede dormir más que satisfecho.

Crítica realizada por Diana Limones

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